Con ocasión de la audiencia general de este miércoles, el Papa Juan Pablo II reflexionó sobre el Salmo 66, "Que todos los pueblos glorifiquen al Señor", instando a eliminar las divisiones, el odio y las hostilidades para que todos los seres humanos bendigan y alaben al Creador.
Tras explicar a la luz del Nuevo Testamento que el muro aludido por el salmo puede referirse "al muro de separación que en el templo de Jerusalén separaba a los judíos de los paganos" y que fue derribado por la salvación de Cristo, el Santo Padre dijo que “debemos abatir los muros de las divisiones, de la hostilidad y del odio para que la familia de los hijos de Dios pueda sentarse en la única mesa para bendecir y alabar al Creador por los dones que nos ha hecho a todos, sin distinción”.
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Durante la audiencia celebrada en el Aula Pablo VI, el Pontífice dijo que la frase del salmo "La tierra ha dado su fruto", "nos hace pensar en un himno de acción de gracias dirigido al Creador por los dones de la tierra, signo de la bendición divina".
"La bendición divina pedida para Israel -continuó- se manifiesta concretamente en la fertilidad de los campos y en la fecundidad, es decir, en el don de la vida. Gracias a la bendición implorada por Israel, toda la humanidad podrá conocer 'la vía' y 'la salvación' del Señor, es decir, su proyecto salvífico. A todas las criaturas y a todas las sociedades se les revela que Dios juzga y gobierna los pueblos y las naciones de toda la tierra, conduciendo a cada uno hacia horizontes de justicia y de paz".
El Santo Padre concluyó poniendo de relieve que la tradición cristiana "ha interpretado el salmo 66 en clave cristológica y mariológica. Para los padres de la Iglesia 'la tierra que ha dado su fruto' es la Virgen María, que da a luz a Cristo Señor".