El Papa León XIV recibió este viernes en audiencia a los participantes en los Capítulos Generales de la Sociedad de las Misiones Africanas, de la Tercera Orden de San Francisco y a los Formadores de los Siervos del Paráclito.
Al inicio de su discurso, el Santo Padre pidió rezar por todas las personas consagradas, remarcando que los presentes en la audiencia representan la unidad y la armonía del Cuerpo místico de Cristo a pesar de la diversidad de carismas.
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Recordó que la fundación más antigua es la de la Tercera Orden Regular de San Francisco, cuyos inicios se remontan al mismo Santo de Asís, aunque fue elevada posteriormente a Orden por el Papa Nicolás V.
A los miembros de esta Orden, el Papa León XIV les animó a afrontar los trabajos a la luz de su carisma “penitencial”, ya que –subrayó—, “sólo a través de un camino constante de conversión podemos ofrecer a los hermanos ‘las fragantes palabras de nuestro Señor Jesucristo’”.
En cuanto a la Sociedad de las Misiones Africanas, fundada el 8 de diciembre de 1856 por el Venerable Obispo Melchior de Marion Brésillac, el Papa destacó su “fidelidad a la misión”, sacando incluso “de las adversidades ocasión e inspiración para partir hacia nuevos horizontes apostólicos en África y en otras partes del mundo”.
El Pontífice recordó las palabras de su fundador, quien animó a estar “siempre dispuestos a abrazar la ‘locura de la cruz’, siendo sencillos y serenos, incluso frente a las incomprensiones y burlas del mundo”.
“Libres de cualquier condicionamiento porque estáis ‘llenos’ de Cristo, y capaces de llevar a los hermanos al encuentro con Él porque estáis animados por una única aspiración: anunciar al mundo entero su Evangelio. ¡Qué gran signo para toda la Iglesia!”, exclamó.
A continuación, se dirigió a los Siervos del Paráclito, instituto religioso fundado por el P. Gerald Fitzgerald en 1942, a quienes recordó que dentro de pocos días se celebrará Pentecostés.
“Desde entonces realizáis, en distintas partes del mundo, vuestro ministerio de cercanía humilde, paciente, delicada y discreta hacia personas profundamente heridas, proponiéndoles caminos terapéuticos que, junto a una vida espiritual simple e intensa —personal y comunitaria—, ofrecen también una asistencia profesional altamente cualificada, adaptada según las necesidades”.
Precisó además que todos somos “enfermos necesitados de sanación” y, tomando como ejemplo a San Agustín de Hipona, el Papa León XIV exhortó a “perdonar” al prójimo.
“Gracias por vuestra presencia, que hoy en esta sala nos muestra a la Iglesia en tres dimensiones luminosas de su belleza: el compromiso con la conversión, el entusiasmo de la misión y el calor de la misericordia, concluyó el Santo Padre.