Susana Fradejas guarda en su corazón de madre el inenarrable dolor de haber perdido a su hijo único. Mientras el mundo entero despide al Papa Francisco, fallecido este lunes de Pascua, Fradejas recuerda cómo un encuentro personal con el Santo Padre, ocurrido en 2022, fue “un momento de luz en medio de un pozo de oscuridad”.
Luis Miguel había nacido con una cardiopatía congénita. Su madre explica a ACI Prensa que esta condición ameritaba “varias revisiones médicas e intervenciones a lo largo de su vida”. Sin embargo, a los 18 años, el joven ya necesitaba un trasplante que no se realizaría sino varios años después.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En 2020, en plena pandemia mundial del COVID-19, Luis Miguel —junto a sus padres— iría a Madrid para recibir un nuevo corazón. La operación salió bien y durante algunos meses el joven luchó por su vida.
“Tiró para adelante”, comentó Fradejas, pero su optimismo fue desapareciendo cuando Luis Miguel contrajo “unas bacterias y un virus” que no pudo aguantar debido a todos los padecimientos a los que había sido sometido su cuerpo.

Susana perdió a su hijo único en octubre de 2021. Aquella Navidad, el matrimonio recibió en su hogar de Valladolid la visita de Mons. Aurelio García Macías, amigo suyo de la infancia y actual subsecretario del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano.
Mons. García encontró a sus amigos en un estado de tristeza tal, que decidió invitarlos a Roma. “Tenéis que salir un poco de aquí, esta pena hay que sacarla un poco”, les dijo. Dos meses después, una vez organizado el viaje, la única petición de Susana fue poder asistir a una Audiencia General del Papa Francisco.
"Es que vais a ver al Papa en privado”
Fradejas y su esposo José Luis, llegaron al Vaticano sin saber que su amigo había informado al Papa Francisco de la difícil situación que estaban atravesando. Mons. García, a través de la correspondencia, había contado al Santo Padre del dolor de la familia y este le pidió poder conocerlos en persona.
“Íbamos a la Audiencia General, no sabíamos nada. Nos metieron por otro lado sin esperar las largas colas que hay para la Audiencia. Nos mandaron a todos a quedarnos inmóviles, no entendíamos nada, y nos dicen ya cuando estamos allí: 'Es que vais a ver al Papa en privado'", afirma Susana.
Asegura que entraron a aquel salón “todos atacados de los nervios”. Al matrimonio le acompañaban otras madres que habían perdido a sus hijos, todas pertenecientes a una asociación de apoyo.

El Papa Francisco apareció al instante. “Debe ser puntualísimo, es que no nos hizo esperar nada”, recuerda haber pensado Fradejas. Inmediatamente, el Santo Padre comenzó a hacer uso del buen humor que siempre le caracterizó: “A ver, quitaros el bozal, que quiero veros la cara”, bromeó. Eran los años del tapabocas. A Susana aún le causa gracia recordar ese momento.
“Nos transmitió una paz, una cercanía y una humildad que como que los nervios se nos pasaron y ya se sentó con nosotros ahí en círculo”, aseguró la madre española. También recuerda el interés y el cariño con el que el Papa les preguntaba por su historia. Susana dice haber estado siempre al borde del llanto en la reunión y, como pudo, le contó al Santo Padre todo lo que les había pasado.
“Yo veía que hacía muchos silencios y él como que trataba de buscar las palabras exactas para no hacernos daño, porque veía que éramos en ese momento tan vulnerables y estábamos tan mal, que él era todo palabras de consuelo”, contó a ACI Prensa.
El Papa les pidió no recrearse en la pena y buscar la ayuda necesaria para manejarla. “Yo no creía en nada en ese momento. Estaba muy enfadada con la vida, pues porque mi hijo tenía 26 años, tenía toda la vida por delante y todo por lo que habíamos luchado hasta ese momento, pues lo habíamos perdido y todo había salido mal”, expresó Fradejas.
Las palabras del Papa argentino resuenan en ella hasta hoy. “Fue un momento de luz en medio de un pozo de oscuridad”, dijo. “Con la pena que llevábamos nos hizo reír, porque tenía un sentido del humor que lo que decía le salía tan natural”, añadió.
El Santo Padre dijo que él no podía llegar a entender por completo su dolor porque era “un solterón”, pero no dejaba de invitarlos a tener confianza en Dios. Después de una oración por ellos y por sus hijos, el Papa se despidió. El encuentro duró 30 minutos. Todos participaron luego en la Audiencia General.
Para Susana, este corto tiempo cambió por completo su percepción de la vida. “Mira, pues la vida tiene también cosas bonitas como esta, y lo que menos imaginábamos es que nosotros podíamos tener una audiencia privada con el Papa, que nos trató como a cualquier jefe de Estado”, señaló.
El matrimonio español se considera “gente humilde y obrera”. Fue el testimonio del Papa Francisco, “la cercanía, la confianza, la paz y la serenidad” que transmitía lo que realmente les habló al corazón. Su compañía les reconfortó y les “dio energía para seguir adelante” en un momento en el que no sabían cómo lograrlo.
Despedida de una madre agradecida
El fallecimiento del Papa Francisco, como a muchos, tomó por sorpresa a Fradejas. A pesar de la difícil hospitalización del Santo Padre, verlo durante el Domingo de Pascua había renovado su esperanza en una posible recuperación.
“Parece que lo ha superado, a lo mejor mejora un poco más”, pensó. “No sabíamos que iba a ser así de repente”, dijo.
“A nosotros nos ha quedado pues un recuerdo para siempre muy bonito”, asegura Susana. Al igual que con Luis Miguel, siente que ahora cuenta con el cariño y la intercesión del Papa Francisco de una manera mucho más perfecta.
“Me dio un vuelco el corazón. Cuando la gente se va, sobre todo si has perdido un hijo o alguien muy cercano, ya no le tienes físicamente, pero espiritualmente le tienes como de otra manera y lo llevo ya conmigo para siempre. Pues con el Papa Francisco nos pasa lo mismo, es la misma sensación”, remarcó.
Al igual que Luis Miguel, el Santo Padre “llevó su sufrimiento siempre con entereza”, dijo Susana. Y se despidió de él, agradecida por aquel pequeño encuentro en el que incluso pudo regalarle una caja de bombones “muy buenos y muy típicos de Valladolid”.
El Papa dudó y respondió, sin probarlos y señalándose el estómago: “Pero no son buenos para esto, porque engordan”.