En 2016, México recibió con los brazos abiertos al Papa Francisco. Durante seis días, su presencia no sólo dejó mensajes de esperanza y consuelo, sino también una serie de gestos y obsequios que hoy, especialmente tras su fallecimiento, se atesoran con aún mayor cariño.

Su primera parada fue la Ciudad de México. El 13 de febrero inició sus actividades con un encuentro con los obispos en la Catedral Metropolitana. Más tarde, visitó la Basílica de Guadalupe. Allí, frente a la Virgen de Guadalupe, el Santo Padre oró en silencio y le ofreció un ramo de rosas amarillas. 

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De ese día quedan aún el solideo que usó en la Misa de Catedral y una medalla conmemorativa que son exhibidas en este momento en el Altar de Reyes. Mientras que en la Basílica se muestra el Rosario con el que oró frente a la Virgen y las flores conservadas que le entregó. 

A la izquierda, el solideo y una medalla conmemorativa. A la derecha el Rosario con el que oró frente a la Virgen y las flores conservadas que le entregó. Crédito: Arquidiócesis de la Cuidad de México / Basílica de Guadalupe
A la izquierda, el solideo y una medalla conmemorativa. A la derecha el Rosario con el que oró frente a la Virgen y las flores conservadas que le entregó. Crédito: Arquidiócesis de la Cuidad de México / Basílica de Guadalupe

El 15 de febrero, Francisco llegó a Chiapas. En San Cristóbal de las Casas, compartió la mesa con pueblos originarios y, al final de la comida, según compartió a ACI Prensa el Cardenal Felipe Arizmendi, entregó discretamente un donativo “para los pobres de la diócesis”. “A mí me hacen donativos y yo los comparto”, le dijo al entonces obispo Arizmendi. 

En Tuxtla Gutiérrez, celebró una Misa junto a miles de familias. De acuerdo con información compartida a ACI Prensa, quedó la silla donde se sentó, el papamóvil y el solideo que usó, como huellas materiales de su visita. 

Silla que se usó durante la estancia del Papa en Chiapas. Crédito: Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez
Silla que se usó durante la estancia del Papa en Chiapas. Crédito: Arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez

Michoacán fue el tercer estado que visitó. El 16 de febrero, Morelia se llenó de jóvenes venidos de todos los rincones del país. Durante una Misa el Papa bendijo cientos de cruces de la “Misión Joven”, símbolo de una Iglesia que camina con su juventud, que fueron repartidas en diferentes diócesis del país.  También bendijo un árbol de pirul, que sería plantado dos años después en la Plaza de la Paz, construida especialmente para perpetuar el recuerdo de su visita.

Inauguración de la Plaza de la Paz en 2018 con el árbol que el Papa bendijo. Crédito: Alfonso Martínez Alcázar
Inauguración de la Plaza de la Paz en 2018 con el árbol que el Papa bendijo. Crédito: Alfonso Martínez Alcázar

Finalmente, el 17 de febrero, el Papa llegó al estado de Chihuahua. Uno de los momentos más conmovedores fue su visita al Centro de Reinserción Social No. 3 en Cuidad Juárez, donde se reunió con internos y dejó, en la capilla del lugar, una cruz de vidrio, misma que es visitada por los internos en la actualidad.

Crucifijo de vidrio que el Papa Francisco regaló a presos. Crédito: Presencia
Crucifijo de vidrio que el Papa Francisco regaló a presos. Crédito: Presencia

Después, presidió una Misa multitudinaria en “El Punto” a escasos metros de la frontera con Estados Unidos.  La diócesis dijo a ACI Prensa que como regalo dejó el cáliz con el que celebró la Eucaristía, el copón, su casulla y el solideo. Mons. Guadalupe Torres recuerda con emoción el instante en que, tras obsequiarle un solideo, el Papa se quitó el suyo, lo probó y lo intercambió con una sonrisa sencilla: “Sí, me queda bien”.

Crédito: Diócesis de Cuidad Juárez
Crédito: Diócesis de Cuidad Juárez