El sacerdote Jesús F. Marcoleta, de la parroquia cubana de Varadero, dijo que si bien la Iglesia celebra con gozo la resurrección de Jesús, lamentablemente el pueblo cubano “sigue allá afuera viviendo un vía crucis” con “décadas de lágrimas y sufrimientos”.
El P. Marcoleta, de la provincia de Matanzas, recordó en su homilía de la Pascua de Resurrección que Dios mandó a su Hijo Jesús “‘para que todo el que crea en Él tenga vida eterna’, que es la única vida plena, la única verdaderamente en abundancia”.
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“Hoy triunfan su gloria y su misericordia. Y aunque personas y realidades se empeñen en orientarnos hacia el sepulcro, la Pascua es el triunfo de la verdad, de la vida y del amor. La tumba ya no es lugar, ya no es sitio para el encuentro de lo oscuro y frío. Cristo muerto no necesita de bálsamos, Cristo vivo es aroma nuevo, fragancia, perfume inigualable, sol y flor en el corazón mismo del mundo”, afirmó.
Sin embargo, señaló que la Pascua también necesita de los hombres y mujeres para que la paz pueda derrotar la violencia y el perdón supere la venganza. “Necesitan de nosotros la solidaridad y la esperanza para que prevalezcan sobre el egoísmo, la injusticia, el desencanto y la depresión”.
Ello porque “mientras aquí y ahora celebramos con gozo la alegría y la esperanza que traen la Pascua, el pueblo, nuestro pueblo sigue allá afuera viviendo un vía crucis, sigue muriendo en su Viernes Santo. Son décadas de lágrimas y sufrimientos inmerecidos”.
“Allá afuera, en las venas cansadas de nuestro pueblo, arrastrado a la periferia, la vulnerabilidad y el olvido, se ha acumulado mucho odio y mucha violencia”, expresó.
El P. Marcoleta dijo que en Cuba los padres “no tienen cómo alimentar a sus hijos” y los hijos “no encuentran cómo medicar a sus viejos”. Además, los trabajadores “no saben cuándo podrán tener en sus manos el salario que les pertenece”.
Mientras ya “no soportan ni un discurso más vacío y triunfalista, se va llenando la copa de la desesperanza, la soledad, la tristeza y de la muerte. Feo caudal éste. Desdicha de anti pascua”.
Sin embargo, el sacerdote recordó que “ni un sepulcro nuevo pudo con el empuje de la libertad y la vida” que trae la Pascua de Cristo.
Por ello, pidió que el Espíritu Santo nunca deje de animar a los cubanos hacia la vida y “brote en nosotros auténticos cultivadores de nuevas pascuas”.