El nuevo libro La victoria del porvenir recoge las reflexiones del Beato Anacleto González Flores —mártir de la persecución religiosa desplegada por el gobierno mexicano en la primera mitad del siglo XX— sobre las “tres blasfemias” que tienen como “enemigo” a la Iglesia Católica: la masonería, la revolución y el protestantismo.
El P. Rafael Becerra, que junto a Francisco Manuel Sánchez compiló los textos del beato mexicano para este volumen, explica a ACI Prensa que “la Iglesia, por supuesto, no tiene enemigos. Estas tres blasfemias de las que habla Anacleto González Flores, ellos tendrán como enemigo a la Iglesia”.
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“Nosotros, los católicos, sabemos que la Iglesia siempre ha sido perseguida. Cristo fue perseguido, Cristo fue crucificado, pero nuestra esperanza siempre está en Cristo. Cristo es el porvenir. En Cristo, con Cristo, y para Cristo podemos disfrutar auténticamente el porvenir”, aseguró.
El protestantismo, usado por el gobierno mexicano contra la Iglesia
El P. Becerra, autor de obras sobre el beato mexicano como Anacleto González Flores: De la Palabra a la Transformación Social, señala que en el caso mexicano el protestantismo “tiene una diferencia con los otros países, porque en México ha llegado el protestantismo no de una manera natural, digámoslo así, sino (que) el gobierno ha traído el protestantismo en México como una estrategia para restarle poder e influencia a la Iglesia Católica”.
“Por eso Anacleto González Flores lo ve como una especie de enemigo de la Iglesia”, destaca el sacerdote mexicano. “No es que la Iglesia tenga enemigos, sino que para ellos, tanto para la revolución, para la masonería y para el protestantismo, la Iglesia es su enemigo”, reitera.
“He ahí el enemigo”
Y el Beato Anacleto, actualmente patrono del laicado mexicano, toma como referencia de la enemistad de la masonería de las palabras de uno de sus referentes europeos, el francés León Gambetta, quien a fines del siglo XIX expresaba “Le cléricalisme, voilà l'ennemi” (El clericalismo, he ahí el enemigo).
El P. Becerra precisa que Gambetta señalaba así al “clero, los sacerdotes, los obispos, ‘he ahí el enemigo’. Entonces Anacleto González Flores por hacer una especie de mofa (...) escribe su artículo llamado ‘He ahí el enemigo’, y ahí va detallando semana por semana todo un programa”.
El beato mexicano considera, indicó el sacerdote, “que la masonería, la revolución, los protestantes quieren engañar a la juventud, a la juventud católica, y Anacleto González Flores quiere proteger esa juventud católica de que lleguen a las garras de este engaño”.
Por eso presenta “cómo es que trabaja, cuáles son sus fines, cuáles son sus estrategias y cómo son contrarias a la fe católica”.
Sobre la masonería, destaca el P. Becerra, el Beato Anacleto advierte que “es el enemigo de la Iglesia, es una secta, señora del error, la más grande enemiga de todo lo noble, de la nación y del gobierno, es una demonólatra, enemiga de Dios, está contra Roma, destructora de las nacionalidades y de las familias, enemiga de la moral, su estrategia es corromper”.
“La revolución es un vértigo”
El P. Becerra señala luego que el beato mexicano entiende a la revolución no como “un movimiento social sino todo un trastocamiento de los valores, es un proceso filosófico social que trastoca los valores y que se busca hacer para acceder al poder”.
Anacleto González Flores ve como “la madre de todas las revoluciones (a) la revolución francesa, donde la masonería es la que impulsa la revolución para trastocar los valores”, precisa.
Recuerda luego que el Beato Anacleto señala: “La revolución es un vértigo, es el desquiciamiento, la catástrofe, es esencialmente demoledora, es la negación de la autoridad, es la anarquía, es el principal actor de los dramas de nuestra vida independiente “(...) enemiga de la prensa católica, una infame, una farsante, la más despótica tiranía”.
El sacerdote mexicano indica que “Anacleto ve la revolución técnicamente como un sistema de pensamiento que trata de imponerse a la sociedad como un ente, como un ente que tiene diferentes agentes y que tiene varias características que ha producido, por ejemplo, dice él, un hundimiento de la humanidad que la ha llevado al naufragio y a la miseria”.
“Eso nos permitiría entender que ahora la revolución no ha terminado como un sistema político, filosófico, como un ente que tiene agentes revolucionarios”, dijo.
Para el P. Becerra, “habría que preguntarnos ahora: ¿cuáles son los sistemas que buscan corromper a la sociedad, a la familia, a la mujer, a los jóvenes y cuál es el objetivo? (...) Porque si la familia, si la mujer, si los jóvenes están corrompidos, entonces pueden ser más manipulables, entonces pueden ser más controlables”.
“La solución es el porvenir”
El P. Becerra destaca que en el pensamiento del Beato Anacleto, “la solución es el porvenir. La solución es la evolución y no la revolución. La evolución hace que se progrese, la revolución hace que se trastoque”.
Parte de la solución, continúa, “es organizar al pueblo, estar unidos en el pueblo. Es decir, teniendo a Dios como fundamento, ahora hay que organizarnos”.
Ese, lamenta, “es un gran problema de los católicos en México. Aunque tenemos mucha fe, aunque creemos mucho y somos muy guadalupanos, es difícil para los católicos organizarse. Entonces, para quienes están en contra de los católicos pues es muy fácil avanzar, porque como no hay unidad, entonces pueden avanzar para ellos”.
“Anacleto dice: la solución es organizarse. Entonces, hay que unir a la mayor cantidad de católicos posibles. Hay que hacer que cada uno tenga una voluntad inquebrantable y hay que fomentar la resistencia pacífica, como él lo organizaba”, señaló.
“Primero Dios, luego unidad, luego cantidad y luego el sistema es el amor y la justicia. Y luego, la táctica es el porvenir (que) es aquel donde se encuentra Cristo”, indicó.
El P. Becerra subrayó que “quien reconoce el poder total de Cristo, entonces puede avanzar hacia el porvenir. En el porvenir se encuentra la esperanza. En el porvenir se encuentra la paz”.
Unidad con el Papa y los obispos
El sacerdote mexicano también recordó el testimonio de unidad del Beato Anacleto González con las autoridades de la Iglesia, algo que “nos deja claro (a) nosotros que con nuestro Papa todo, y sin nuestro Papa nada. Con nuestro obispo todo y sin nuestro obispo nada”.
“Alguien pudiera estar en desacuerdo en alguna frase, en algún dicho, bueno, eso puede ser posible, pero en comunión siempre”, dijo, recordando el testimonio de los cristeros, quienes se levantaron en armas contra la persecución religiosa del gobierno mexicano en la década de 1920.
“Los cristeros, primero entregaron su vida por amor a su iglesia, y luego, cuando tenían posibilidad de triunfo, los obispos de México hicieron un acuerdo, y quizás ellos pudieron disentir, pero obedecieron a sus obispos y dejaron las armas”, recordó.
“Esto es admirable para nosotros y nos invita a nosotros también estar en unidad”, reiteró.
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