La comunidad católica de Tierra Santa, afligida por la violencia de la guerra entre Israel y Hamás desde hace más de un año, se reunió para celebrar el Domingo de Ramos en la Basílica del Santo Sepulcro y “para decir con rotundidad que no tenemos miedo”, según el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén.

“No quiero repetir las mismas cosas de siempre. Sabemos que vivimos tiempos difíciles. Pero no podemos ni queremos limitarnos en decir lo duros que son estos tiempos. Hoy debemos recordar algo más, lo que más importa”, dijo el patriarca.

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El Cardenal Pizzaballa dirigió un saludo a los asistentes y unas palabras de ánimo al comienzo de la Semana Santa. Crédito: FG/CTS.
El Cardenal Pizzaballa dirigió un saludo a los asistentes y unas palabras de ánimo al comienzo de la Semana Santa. Crédito: FG/CTS.

“Hoy estamos aquí, cristianos locales y peregrinos, todos juntos, para decir con rotundidad que no tenemos miedo. Somos hijos de la luz y de la resurrección, de la vida. Esperamos y creemos en el amor que todo lo vence”, agregó.

La procesión de las palmas inició en Betfagé y bajó el Monte de los Olivos, hasta llegar a la Iglesia de Santa Ana, ubicada en la puerta de los Leones, para así recorrer “los mismos pasos de Jesús en el momento de su entrada a Jerusalén”, reseñó la Custodia de Tierra Santa (CTS). Con ramas de olivo y palma trenzadas, los fieles caminaron “alabando a Dios con cantos y oraciones”.

El Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, y Fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, presidiendo la procesión del Domingo de Ramos. Crédito: FG/CTS.
El Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, y Fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, presidiendo la procesión del Domingo de Ramos. Crédito: FG/CTS.

Las palabras del Cardenal Pizzaballa resuenan en medio de un momento especialmente complicado para los cristianos en Jerusalén. Un reciente estudio documentó 111 casos de acoso y violencia contra la comunidad cristiana en Israel y Jerusalén Este, durante el año 2024.

Los ataques identificados incluyen episodios de agresión física, como escupitajos, agresiones directas y vandalismo contra iglesias y monasterios, así como casos de acoso verbal. 

El patriarca pidió “no tener miedo de los que quieren dividir” y aseguró que “nadie podrá separarnos de nuestro amor por la Ciudad Santa, como nadie podrá separarnos del amor de Cristo (Rom 8,35)”.

Misa solemne en la Basílica del Santo Sepulcro

A primera hora del domingo, tuvo lugar la procesión alrededor del edículo que recubre el Santo Sepulcro e inmediatamente después se celebró la Misa solemne. Al inicio de la liturgia, el Cardenal Pizzaballa bendijo las palmas, que procedían de Jericó, y los ramos de olivo que fueron traídos desde el convento franciscano de San Salvador.

Las celebraciones, este Domingo de Ramos, de las distintas iglesias cristianas alrededor del edículo del Santo Sepulcro. Crédito: PGPO/CTS.
Las celebraciones, este Domingo de Ramos, de las distintas iglesias cristianas alrededor del edículo del Santo Sepulcro. Crédito: PGPO/CTS.

“Los ramos bendecidos se repartieron después a los fieles presentes y a los numerosos concelebrantes, dando así comienzo a la tradicional procesión alrededor de la rotonda del sepulcro”, explica la CTS.

“El gesto conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, recibido por la multitud festiva. Los participantes en la procesión dieron tres vueltas alrededor del edículo, número que simboliza los días que Cristo permaneció en el sepulcro”, agrega.

Los franciscanos acotan que por primera vez desde 2017, la Pascua “se celebrará el mismo día tanto por la Iglesia Católica como por las Iglesias Ortodoxas”, catalogando esto como “una ocasión excepcional que también encontró eco en la liturgia del Domingo de Ramos en el Santo Sepulcro”.

El Cardenal Pierbattista Pizzaballa rezando sobre la piedra del sepulcro en la que descansó el cuerpo de Jesús después de la crucifixión. Crédito: PGPO/CTS.
El Cardenal Pierbattista Pizzaballa rezando sobre la piedra del sepulcro en la que descansó el cuerpo de Jesús después de la crucifixión. Crédito: PGPO/CTS.

La Misa se celebró en el Altar de la Magdalena. Alrededor del edículo se llevaron a cabo simultáneamente las celebraciones de la iglesia copta, siria y etíope.

“Siguiendo la antigua tradición, que se remonta al siglo XI, el relato fue cantado en latín por tres frailes de la Custodia de Tierra Santa, cada uno de los cuales interpretó un papel del pasaje evangélico —Cristo, el narrador y el pueblo— utilizando tres melodías distintas”, reseñaron los franciscanos.