El Papa Francisco dirigió un emotivo mensaje a los peregrinos que han viajado a Roma desde Eslovaquia para participar en el Jubileo de la Esperanza, recordándoles que “la fe es un tesoro que debe compartirse con alegría”.

Tras lamentar que debido a su convalecencia no ha podido encontrarse con ellos, el Santo Padre les expresó su cercanía en la oración. 

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Para el Pontífice, la peregrinación es “un signo concreto del deseo de renovar la fe, de fortalecer el vínculo con el Sucesor de Pedro y de testimoniar con alegría la esperanza que no defrauda, porque nace del amor derramado desde el Corazón traspasado de Cristo y comunicado a nosotros por el Espíritu Santo”. 

En este sentido, subrayó que el Año Santo “nos llama a ser peregrinos de la esperanza a lo largo de toda nuestra vida”. En concreto, el viaje a Roma, con el paso por las Puertas Santas y la visita a las tumbas de los apóstoles y mártires, “es símbolo de este camino cotidiano orientado hacia la eternidad”. 

El Papa Francisco indicó a los peregrinos eslovacos que este es un itinerario que se inserta en la rica tradición cristiana de su tierra, “fecundada por el testimonio de los santos Cirilo y Metodio y de tantos otros santos y santas, que desde hace más de mil años la riegan con el Evangelio de Cristo”.

“La fe es un tesoro que se debe compartir con alegría. Cada tiempo trae consigo desafíos y dificultades, pero también oportunidades para crecer en la confianza y el abandono en Dios”, subrayó a continuación. 

Animó a los fieles a imitar el “sí” de María y convertirse “en un instrumento en las manos de Dios para realizar algo grande”. 

“Acoger su designio no significa tener ya todas las respuestas, sino confiar en que, donde Él nos guía, nos precede también con su gracia. Decir ‘sí’ hoy puede abrir nuevos horizontes de fe, esperanza y paz, tanto para nosotros como para aquellos que el Señor pone en nuestro camino”, señaló a continuación. 

Asimismo, les invitó a escuchar con ánimo sinodal “lo que el Espíritu dice a sus Iglesias, sin temor a lo nuevo, pero discerniendo en ello la iniciativa de Dios, que siempre nos sorprende”.

“Que la Virgen María, patrona de Eslovaquia, a quien veneran especialmente como la Virgen de los Siete Dolores y que, por su unión con la pasión de su Hijo, es Madre de la Esperanza, los guíe y proteja”, concluyó el Santo Padre.