En su primera entrevista desde su renuncia como Arzobispo de Canterbury, Justin Welby, quien dimitió como máximo líder de la Iglesia anglicana en noviembre de 2024, ha reconocido graves fallos en su gestión del caso de abusos perpetrados por John Smyth, un abogado anglicano que abusó de más de 130 jóvenes durante cuatro décadas sin enfrentar consecuencias judiciales

Welby admitió en una entrevista publicada este domingo por BBC que juzgó de forma superficial el expediente sobre Smyth, contra quien pesan denuncias de al menos 130 jóvenes entre los años 1970 y 2010, primero en el Reino Unido y después en África, según recogió el informe Makin publicado el pasado 7 de noviembre y que forzó la dimisión poco después de Welby.

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Smyth falleció en 2018 a los 75 años sin haber sido procesado nunca.

“No me di cuenta de lo grave que era”, afirmó Welby en la entrevista con BBC.

“Me fui, como dije en su momento, por un sentido de responsabilidad personal por las deficiencias cometidas durante mi mandato: mis propias deficiencias y fracaso durante un largo período”, explicó.

El expediente Makin fue encargado en 2019 por la propia Iglesia anglicana de Inglaterra y destapó una campaña de encubrimiento por parte de la institución anglicana. De hecho, reveló que los líderes anglicanos conocían desde 1982 el comportamiento pedófilo de Smyth, quien es descrito en el informe como “probablemente el abusador en serie más prolífico vinculado a la Iglesia de Inglaterra”.

Sin embargo, a pesar de las sospechas, optaron por mantener el asunto en secreto. Smyth continuó con impunidad cometiendo abusos después de los años 90 en Zimbabue y en Sudáfrica.

“Creo que no me presionaron lo suficiente como lo habrían hecho unos años después. Había oído hablar por primera vez de las ofensas de Smyth en agosto de 2013. Llevaba 11 semanas en el puesto”, explicó Welby.

Los abusos desvelados se produjeron en el contexto de campamentos de verano que él organizaba para la asociación evangélica The Titus Trust. El exarzobispo de Canterbury fue voluntario en estos campamentos a finales de los años 70. En este sentido, el informe Makin considera “improbable” que no tuviera conocimiento de las sospechas que pesaban sobre este abogado anglicano en aquella época.

Gestión negligente en 2013

Pero, sobre todo, apunta a su gestión negligente en 2013. Ese año, Welby fue informado oficialmente de las denuncias contra Smyth. El informe Makin concluye que Welby “podía y debía” haber denunciado los hechos a la policía. Esta inacción permitió a Smyth, fallecido en 2018, escapar de la justicia. El caso no salió a la luz pública hasta 2017, después de que una investigación de Channel 4 revelara los abusos cometidos contra niños.

“Lo siento muchísimo y siento una profunda sensación de fracaso personal, tanto por las víctimas de Smyth que no fueron atendidas suficientemente después de 2017, cuando conocimos el alcance del asunto, como por mis propios fracasos personales”, declaró en la entrevista.

“Debería haber dicho: ¿Estamos absolutamente seguros de que no hay nadie más involucrado?”, declaró.

En otra parte de la entrevista, Welby manifestó que se sintió superado por la cantidad de fascículos con denuncias de abusos que a partir de 2013 comenzaron a llegar a su despacho cuando no había oficinas dedicadas a la protección de menores en ambientes laborales.

“Era abrumador, intentábamos establecer prioridades, pero creo que era más fácil estar a la defensiva”, señaló Welby tras asumir que se había “equivocado”. Y añadió: “Como arzobispo, no puede haber excusas”.

“Todos los días llegaban a mi mesa nuevos casos que no se habían tratado adecuadamente en el pasado”, señaló en la entrevista con la BBC emitida este domingo.

“Fueron unas semanas absolutamente abrumadoras. Ahora bien, esto no es una excusa. Es una causa. No es una excusa”, agregó también a este respecto.

Afirmó, por otro lado, que las normas de la época “decían que los casos los investigaba la diócesis donde se denunciaban” y que por aquel entonces “la policía decía que no se interfiriera”. 

“Unos años más tarde, se habría presionado más”, explicó. 

En todo caso, señaló que las políticas y las medidas para la protección de menores y adultos vinculados han cambiado radicalmente. “Para los casos actuales, tenemos algo así como 60 personas en Church House, en Westminster, que trabajan en la formación, en el equipamiento y en la investigación. Y lo más importante, la primera línea: cada parroquia tiene un oficial de protección parroquial”, detalló.

Durante la entrevista, consideró también qb ue a veces hay una cierta “precipitación” a la hora de juzgar a los jefes de las instituciones eclesiásticas cuando estas se ven envueltas en el torbellino de los escándalos sexuales.

“Hay una falta de perdón, no tratamos a nuestros líderes como seres humanos”, lamentó, afirmando que “esperamos que sean perfectos”.

No hay líderes perfectos

“Si quieren líderes perfectos, no tendrán líderes”, criticó.

En febrero de este año, el equipo encargado de la política de protección y salvaguardia dentro de la Iglesia anglicana publicó los nombres de otros diez miembros del clero contra los que se iban a tratar de iniciar procedimientos disciplinarios en relación con el caso Smyth.

Entre ellos se encuentra George Carey, arzobispo de Canterbury entre 1991 y 2002, quien, según este grupo de expertos, estaba al tanto de las acciones de John Smyth ya que había recibido una copia de un informe al respecto. Carey, de 89 años, renunció al sacerdocio en diciembre de 2024, después de la publicación de otra investigación que lo acusaba de no haber transmitido a la policía las acusaciones de agresión sexual contra un obispo cuando él mismo era jefe de la institución.

Sin embargo, otros treinta miembros de la Iglesia anglicana, involucrados de alguna manera en el caso, no podrán ser objeto de estas medidas disciplinarias, ya que las pruebas son insuficientes, según indicó este equipo.