Este viernes se ha presentado la reconstrucción científica del que habría sido el rostro de Santa Teresa de Ávila cuando contaba unos 50 años, basada en un estudio antropomórfico y forense, testimonios históricos y descripciones de la época. 

El trabajo ha sido dirigido por el profesor Ruggero D’anastasio, de la Universidad d’Anuncio de Chieti-Pescara (Italia) y realizado por la profesora Jennifer Mann, especialista del Victorian Institute of Forensic Medicine de la Universidad de Monash (Australia).

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La presentación de la cabeza es fruto del reconocimiento canónico del sepulcro de la reformadora de la Orden del Carmelo, autorizado el pasado mes de agosto por el Vaticano. 

La profesora Mann explica, en una declaración difundida por la Provincia Ibérica de los Carmelitas Descalzos, que, además de los datos científicos, su labor se ha basado en otras fuentes importantes como “un retrato de Fray Juan de la Miseria y una descripción detallada de Santa Teresa realizada por la Madre María de San José, que convivió con la santa”.

Para obtener el resultado final, primero se reconstruyó el cráneo con arcilla “colocando la mandíbula correctamente”, reconstruyendo dientes perdidos y usando “una combinación de metodologías de aproximación facial forense utilizadas en Estados Unidos y Reino Unido”.

Los músculos principales se han moldeado con arcilla blanda sobre base de aceite y los tejidos blandos (ojos, nariz, labios) “se han estimado mediante fórmulas basadas en las mediciones de la cabeza y en el estudio de las radiografías”.

Otras fórmulas han permitido calcular la longitud, ancho y ángulo de la nariz y una orientación proporcional para la colocación de los ojos en las órbitas del cráneo. 

Reconstrucción científica del rostro de Santa Teresa de Jesús. Perfiles. Crédito: Cedida por la Orden de Carmelitas Descalzos. Provincia Ibérica.
Reconstrucción científica del rostro de Santa Teresa de Jesús. Perfiles. Crédito: Cedida por la Orden de Carmelitas Descalzos. Provincia Ibérica.

“Con el consentimiento del Padre Postulador General de los Carmelitas Descalzos, he esculpido a Santa Teresa de Jesús alrededor de los 50 años, reflejando su apariencia regordeta, tal como la describió la Madre María de San José”, detalla la especialista. 

Además, “el velo, la toca y el hábito de Santa Teresa de Jesús, están inspirados en pinturas concretas siguiendo el consejo del Padre Miguel Ángel González”.

“Esta escultura puede ser la representación más exacta de cómo era realmente Santa Teresa de Jesús en vida”, concluye la profesora Mann.

En tiempos de la primera fundación de la reforma teresiana

El trabajo de reconstrucción representa a la santa en torno a los 50 años, que hubiera cumplido el 28 de marzo de 1565. Justo en esos años se produjo la fundación del convento de San José de Ávila, el primero de los reformados por la mística española, donde permaneció entre agosto de 1562 y 1567.

Precisamente, la santa dejó escrito en su Libro de la vida, conocido como Autógrafo del Escorial, que allí vivió “los años más felices y descansados de mi vida cuyo sosiego y quietud echa harto de menos muchas veces mi alma”.

En un texto obra del P. Miguel Ángel González, prior carmelita de Alba de Tormes, se destaca que en esas fechas Santa Teresa vive “en alta tensión espiritual. Son los años de tensión extática en su vida mística. Travesía de sus sextas moradas, con grandes ímpetus y gran crecida del amor, con barruntos de próximo arribo al puerto de la otra vida”. 

En aquellos años redactó su conocido Camino de perfección y las constituciones para su nueva manera de entender la vida de clausura, una reforma que extendió sin demora. El 13 de agosto de 167 salió del monasterio de Ávila hacia Medina del Campo, donde el día 15, empezó la segunda de sus 17 fundaciones por toda España, geográficamente repartidas de norte a sur, desde Burgos a Sevilla. 

Restos mortales momificados y en “estado de conservación extraordinario”

El equipo médico científico que ha posibilitado la reconstrucción del rostro de la santa ha entregado a la Orden del Carmelo Descalzo un documento preliminar de 53 páginas en el que se ofrece una síntesis divulgativa de toda la investigación elaborada por el antropólogo Luigi Capasso.

En la síntesis del informe se detalla que todos los restos mortales de la santa examinados (repartidos entre España e Italia) han quedado momificados de manera natural  y se encuentran en un “estado de conservación extraordinario”. 

Así, se destaca que, en su cara “se conserva el cuero cabelludo, con todavía muchos rastros de pelo que son de color castaño, el pabellón auricular izquierdo, el ojo derecho que aún conserva los párpados, el iris de color oscuro, la tridimensionalidad del globo ocular, todos los tejidos blandos de la pirámide nasal incluidas las fosas nasales y el vérrtice de los cartilagos nasales”.

A ello se suma “una musculatura mímica facial relajada, que todavía transmite la sensación de serenidad con la que la Santa muestra que afrontó el momento de su muerte”. 

Los cálculos antropométricos determinan que la estatura probable de quien fuera Teresa Cepeda y Ahumada sería de 156,8 centímetros y del examen de sus huesos se deduce que padeció osteoporosis. También una curvatura anterior del cuello y el tronco, lo que le dió “una apariencia inclinada hacia adelante, con la cabeza inclinada hacia abajo que también tuvo que obligarla a una posición supina forzada e incómoda, con la cabeza que no podía apoyar en la almohada cuando estaba recostada”. 

La Santa también padeció una artrosis bilateral de rodilla “muy grave en la izquierda y más leve en la derecha” y una afección ósea por debajo de ambos talones asociada a dolor, según el estudio. 

Respecto de su boca, de la que sólo se conservan tres dientes, se deduce que sufría, entre otras dolencias, de “caries dental severa, desgaste dental severo y depósitos de sarro dental evidente”. 

Por otro lado, en su brazo derecho se aprecia una lesión que podría ser consecuencia de su hábito de escribir.