La comunidad católica de Galilea celebró la fiesta de la Anunciación del Señor desde “el mismo lugar de este encuentro sagrado”, participando en “celebraciones espirituales y comunitarias” que se desarrollaron en un ambiente de espíritu festivo y de alegría y unidad en la fe.
El Patriarca Latino de Jerusalén, Cardenal Pierbattista Pizzaballa, encabezó el 24 de marzo una procesión desde el Centro San Antonio hacia la Basílica de la Anunciación en Nazaret. Una vez allí, bendijo a los fieles presentes y se detuvo frente a la gruta de la Anunciación, “donde se elevaron oraciones en recuerdo del momento que cambió la historia”, comenta el Patriarcado Latino de Jerusalén (PLJ) en su sitio web oficial.
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“Fue un momento profundamente conmovedor, en el que los fieles, de pie y en reverencia, expresaron su gratitud por la gracia de Dios y rezaron por la paz y la estabilidad en el país y en el mundo”, añade.
Más tarde, al caer la noche, tuvo lugar la tradicional procesión con velas en el patio de la Basílica, en la que los presentes recitaron himnos marianos y rezaron el Rosario. La actividad concluyó con la Adoración Eucarística.
“A pesar de los desafíos a los que se enfrenta nuestro país, hoy sigue siendo un momento de celebración. Nos alegramos por la Palabra que cambió el curso de la historia, porque Dios mismo se acercó a nosotros. Hemos venido a dar gracias a la Virgen María por su respuesta: un SÍ que abrió al mundo la puerta de la salvación”, expresó el Cardenal Pizzaballa a todos los feligreses.
Ya el 25 de marzo, Fiesta de la Anunciación, el patriarca ofició la Misa Solemne acompañado de los obispos y el clero local. En su homilía, aseguró que los creyentes deben aprender de la Santísima Virgen como “vivir en estos tiempos”, instándolos a entregar su existencia a Dios con generosidad.
“Dios sigue guiando hoy el tiempo y la historia, con el mismo estilo de Nazaret, el estilo de la mansedumbre”, dijo el Cardenal Pizzaballa.
“Nuestra esperanza no defrauda (Rom. 5, 5). No depende de los esfuerzos humanos ni de las decisiones de los poderosos, sino que se fundamente únicamente en Dios. La Virgen María nos dio esta esperanza al aceptar libremente la voluntad de Dios”, agregó.
Las celebraciones concluyeron con otra procesión alrededor de la entrada superior de la Casa de la Virgen María, mientras se proclamaban los Evangelios de la Encarnación en múltiples idiomas. A mediodía se rezó el Ángelus acompañado del repique de las campanas de la Basílica.