En un mensaje dirigido a Jacques Diouf, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, el Papa Juan Pablo II llamó a promover un desarrollo solidario que no afecte negativamente la naturaleza.
Refiriéndose al tema de la jornada, “La biodiversidad al servicio de la seguridad alimentaria”, el Pontífice destacó que ésta es “un medio concreto para la lucha contra el hambre y la desnutrición de tantos hermanos y hermanas nuestros. En efecto, para alcanzar el objetivo de una adecuada seguridad alimentaria es necesaria una correcta gestión de la diversidad biológica para poder garantizar las distintas especies animales y vegetales”.
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El Papa advirtió que “por desgracia, hay todavía muchos obstáculos que se oponen a la acción internacional encaminada a tutelar la biodiversidad”, a la vez que otros intereses “parecen obstaculizar el justo equilibrio entre la soberanía de los Estados sobre los recursos presentes en su territorio y la capacidad de las personas y de las comunidades para preservar o gestionar tales recursos en función de las necesidades reales”.
Es preciso, pues, que entre las bases de la cooperación internacional se reafirme el principio de que la soberanía sobre los recursos genéticos presentes en los diversos ecosistemas no puede ser exclusiva ni convertirse en causa de conflictos”.
El Santo Padre recuerda también en la carta la necesidad de proteger los derechos de los agricultores, “garantizando su participación en los procesos de decisión y animándolos a preocuparse especialmente no sólo por la cantidad de alimentos, sino también por su calidad”.
”Es preciso recordar –sigue la carta- a las comunidades y a los pueblos indígenas, cuyo vasto patrimonio de cultura y de conocimientos ligados a la biodiversidad corre el riesgo de desaparecer por la ausencia de una tutela adecuada”.
Juan Pablo II se refiere también a la importancia del desarrollo sostenible y "sobre todo solidario. La solidaridad, entendida correctamente como modelo de unidad capaz de inspirar la acción de los individuos, de los gobiernos, de los organismos e instituciones internacionales y de todos los miembros de la sociedad civil, trabaja por un justo crecimiento de los pueblos y de las naciones”.
La carta concluye: “El mandato del Creador dirigido a la humanidad para que domine la tierra y use de sus frutos (...) conlleva el respeto por el proyecto de la creación misma, mediante una acción humana que no suponga desafíos al orden de la naturaleza”.