“¡Veo a una señora con flores amarillas, es genial!”, aseguró el Papa Francisco, mientras intentaba esbozar una sonrisa durante los escasos dos minutos que estuvo asomado al balcón del hospital Gemelli antes de recibir el alta médica.

El Papa Francisco bendijo a los fieles antes de regresar al Vaticano. Crédito: Vatican Media
El Papa Francisco bendijo a los fieles antes de regresar al Vaticano. Crédito: Vatican Media

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Alrededor de la imponente estatua de San Juan Pablo II, que preside el patio del centro sanitario, se habían reunido desde las primeras horas del domingo cientos de personas para expresarle su cariño.

Allí estaba también Carmela Mancuso, escondida entre la multitud con su flamante ramo de flores amarillas, que enseguida llamó la atención del Pontífice.

Un rostro anónimo para el mundo, pero no para el Papa Francisco, quien incluso la conoce por su apelativo familiar: “Carmelina”.

Carmelina con su flamante ramo de flores amarillas. Crédito: captura de pantalla/ Vatican Media
Carmelina con su flamante ramo de flores amarillas. Crédito: captura de pantalla/ Vatican Media

Carmelina, de 79 años, proviene de la región italiana de Calabria y, desde que vive en Roma, no se pierde ni una de las Audiencias Generales que el Santo Padre preside los miércoles. Siempre acude a estas citas públicas con un ramo de flores amarillas, un gesto sencillo, pero cargado de afecto.

“Un día tuvo un contratiempo, no pudo pasar a comprar las flores y el Papa le preguntó con cariño: ‘Carmelina, ¿y las flores?’”, explica a ACI Prensa el P. Davide Imeneo, jefe de prensa de la Diócesis de Reggio Calabria.

Su madre y Carmela son amigas de toda la vida. Por eso sabe que la suya ha sido una vida hecha de humildad, abnegación y renuncias, pero, sobre todo, de mucho amor.

“Carmelina ha dedicado su vida a cuidar de los más frágiles. Pasó años cuidando a su hermano Mimmo, que nació con síndrome de Down, acompañándolo hasta su último aliento”, explica el P. Davide, quien habla con especial devoción de esta mujer piadosa y de fe inquebrantable.

Cuando su hermano falleció, se mudó a Roma y asumió una nueva misión: cuidar del Papa Francisco. Por eso no ha querido faltar ni un solo día a su cita para rezar por su salud en el Hospital Gemelli y en los rosarios organizados por la Curia Romana en la Plaza de San Pedro.

“El cuidado y el cariño que le tiene al Papa Francisco es una manifestación más de su afecto por los demás”, explica el P. Davide.

Carmelina fue maestra de joven y “también volcó su amor en sus alumnos, que todavía la recuerdan con mucho cariño”, agrega el P. Davide, quien también explica que llegó a ser directora de la escuela primaria Giovanni Pascoli de la ciudad de Reggio Calabria, una de las más importantes del centro histórico.

Además, Carmelina fue durante muchos años voluntaria en la parroquia de Santa Caterina, en el sur de Italia. “Junto al párroco de entonces, don Pino D’Agostino, no dudaba en adentrarse en uno de los barrios más difíciles del norte de Reggio Calabria para tratar de aliviar los problemas de las familias”, explica el P. Davide.

Un mensaje claro del Papa Francisco al mundo

Este sacerdote sostiene que el saludo que el Santo Padre dirigió a Carmelina no fue una casualidad o un simple agradecimiento por las flores, que también le ha estado llevando cada día al hospital donde estuvo ingresado durante casi seis semanas para tratarse de una neumonía bilateral.

“En su fragilidad y enfermedad, el Papa Francisco quiso señalar al mundo un ejemplo de entrega y cercanía con los más necesitados. Fue un gesto que transmitió un mensaje profundo: los verdaderamente grandes son aquellos que se ocupan de los más pequeños. De alguna manera, el Pontífice nos recordó que las personas como Carmelina son los líderes del Evangelio”, afirma el P. Davide.

Un gesto sencillo, pero de enorme significado, que deja claro que, a pesar de la enfermedad, el Santo Padre sigue siendo el mismo.

De la misma opinión es el reputado neurólogo Giulio Maira, quien, en la presentación de la conferencia impulsada por el Vaticano titulada Vatican Longevity Summit: Desafiando el reloj del tiempo, aseguró que el gesto del Papa Francisco de elegirla a ella entre la multitud de personas reunidas bajo el balcón del Gemelli le llamó mucho la atención.

“Quiso darle las gracias a esa mujer que le había llevado un ramo de flores amarillas, así que no le importó el número de personas, sino que comprendió la delicadeza de ese gesto. Lo apreció y expresó su agradecimiento. Se trata de un gesto que denotan una sensibilidad, una inteligencia y una capacidad de análisis que siguen muy vivas en el Papa”, afirmó.

Tras ese saludo Carmelina expresó ante algunos periodistas la gran emoción que sintió cuando el Pontífice se fijó en ella. 

“No sé qué decir. Gracias, gracias, gracias, al Señor y al Santo Padre. No imaginaba que me viera. Tenía que dar la bendición y, en cambio, vio mi ramo de rosas. Le deseo que se recupere pronto y vuelva a estar entre nosotros como antes”, señaló en declaraciones a Vatican News

El Pontífice eligió una vez más a los que sin buscar aplausos entregan su vida a cuidar con ternura a los que más lo necesitan.