El arcipreste de la Basílica de San Pedro, el Cardenal Mauro Gambetti, pidió que el regreso del Papa Francisco al Vaticano, tras una hospitalización de 38 días, sea una “señal de esperanza para quienes afrontan la hora del sufrimiento”.

“Que su regreso a casa, aquí en el Vaticano, en el corazón de la Iglesia, sea un signo de esperanza para todos los que en este momento afrontan la hora del sufrimiento con valentía y confianza”, señaló durante el Rosario de este domingo.

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Como todas las noches desde el 24 de febrero, uno de los miembros de la Curia Romana presidió en la Plaza de San Pedro el rezo mariano por la salud del Santo Padre ante cientos de fieles.

La oración de ayer coincidió con el alta médica del Pontífice , que regresó al Vaticano, donde deberá continuar con un período de convalecencia durante al menos dos meses, en el que los médicos le han prescrito reposo absoluto.

“La oración, que le ha acompañado durante este mes trepidante, se convierte en súplica al Señor para que le bendiga con una pronta y completa convalecencia, dándole la fuerza y la salud para seguir guiando al pueblo de Dios con amor, sabiduría y vigor”, señaló el Cardenal Gambetti en presencia de otros cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas de la Curia Romana y de la diócesis de Roma, además de cientos de fieles.

Ante todos ellos, el Cardenal Gambetti puso de manifiesto la “gran alegría” con la que han acogido el retorno a Santa Marta, la residencia del Pontífice en el Vaticano.

“Queridos hermanos y hermanas, estamos aquí reunidos una vez más en oración, unidos de corazón y de espíritu por nuestro amado Santo Padre, el Papa Francisco, a quien la Iglesia ha esperado con gran confianza durante este tiempo de enfermedad”, enfatizó el purpurado al introducir el rezo del Rosario.

Ante la imagen de la Virgen María Mater Ecclesiae, colocada en el atrio de la Plaza de San Pedro, pidió su intercesión como Madre de la Iglesia, para “que siga sosteniendo a nuestro Papa con su maternal protección”.

Tras la meditación de los Misterios Gloriosos y el rezo de la Salve Regina, el alto prelado concluyó con las Letanías lauretana, invocando a Dios para que nos conceda “gozar siempre de salud de cuerpo y espíritu”, nos salve “de los males que ahora nos entristecen” y nos conduzca “a la alegría sin fin”. Finalmente, se entonó el Oremus pro Pontifice.