En su más reciente carta pastoral, el Arzobispo de Valencia, Mons. Agustín García-Gasco, expresó su preocupación por “el crecimiento durante los últimos meses de una planificada corriente de opinión antirreligiosa”.
Como en una ocasión anterior, el Prelado extendió su preocupación por el crecimiento del “laicismo intolerante contra los cristianos: el nacional-laicismo”, término, este último, con el que titula su misiva dada a conocer por la agencia AVAN.
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Mons. García-Gasco precisó que la aconfesionalidad y la separación de la Iglesia y el Estado “cuentan con el apoyo de los católicos”, pero no ocurre lo mismo con el “laicismo intolerante, que es algo muy distinto”. Este laicismo –explicó el Arzobispo- es “como una caricatura de la legítima aconfesionalidad, un prejuicio anti-religioso” que muestra las creencias religiosas como “supersticiones de gente inculta”.
Según el Prelado, el laicismo “trata la religión como si fuese una ‘afición privada’ que no debe tener manifestaciones públicas, ni relevancia jurídica o social”. En su carta semanal señaló que sus promotores “primero quieren expulsar la religión de la esfera social y luego, en una segunda fase, eliminarla en el hombre, para que los principios religiosos acaben desapareciendo de la conciencia humana”.
Para conseguir estos fines, explicó Mons. García-Gasco, “cualquier dato que desprestigie a los cristianos y a la Iglesia merece ser exagerado y repetido hasta la saciedad”. Por el contrario, los numerosos hechos que favorecen al sentido religioso “resultan minimizados o silenciados”. Esto “es claramente injusto, sectario y, desgraciadamente, procede de resentimientos y frustraciones personales”.
Además, “atenta contra la decencia y la rectitud moral”, agregó el Arzobispo, quien lamenta que quienes emprenden “la militancia laicista” se autodenominen “tolerantes y progresistas” cuando, “de modo paradójico, son ellos los que dictan lo que debe tolerarse y lo que no”.
El Arzobispo destacó que “en los últimos meses abundan muestras de ‘laicismo confesante y militante’”. Quienes las fomentan quieren “situarse más allá del bien y del mal, y con el apoyo de grupos de presión, buscan convencer a la opinión pública de que siguen siendo tolerantes”.
Tras lamentar que la “intolerancia laicista” deforme la realidad y “manipule la fe católica para ofrecer una imagen de la Iglesia retorcida y esperpéntica”, Mons. García-Gasco animó a los católicos “a no tener miedo ante esta situación”, y a “abandonar complejos y cómodos silencios para hacer uso de nuestra libertad de expresión”.
El cristiano congruente “no puede avergonzarse ni mirar a otro lado ante la intolerancia laicista que tratan de propagar”, afirmó el Prelado, concluyendo que “respetar a la Iglesia católica y sus miembros, al cristianismo y a las demás religiones descubre quiénes son los verdaderos defensores de la libertad y de la democracia”.