Tras la caída del régimen de Bashar Al Assad, Siria atraviesa un periodo de profunda incertidumbre. En medio de este panorama, los cristianos refuerzan su “misión como pacificadores”, aseguran dos franciscanos que sirven en el país.
Fray Bahjat Karakach, párroco latino de Alepo, explicó a la Custodia de Tierra Santa (CTS) que la caída del gobierno sirio, en diciembre de 2024, “no significa automáticamente una buena situación”.
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“Estamos atravesando una fase muy difícil: las antiguas certezas ya no existen y no sabemos cómo será el futuro. Hace falta animar a la gente y llevarles un mensaje de esperanza”, agregó Fray Karakach, refiriéndose especialmente a la comunidad cristiana del país.
En las últimas semanas, se registró la masacre de cientos de personas en Siria a manos del gobierno de Ahmed al Sharaa, musulmán sunita, en un esfuerzo por sofocar los focos de resistencia de grupos simpatizantes de Al Assad. Las víctimas son principalmente alauitas, miembros de la rama del islam que profesa el derrocado dictador, aunque también se han denunciado los asesinatos de muchos cristianos.
“La primera reacción ante las dificultades es huir. La emigración no se detuvo tras la caída del régimen. Necesitamos ver avances concretos hacia el desarrollo, pero hasta ahora ocurre todo lo contrario: el mercado está parado, muchos siguen perdiendo sus empleos”, explicó Fray Karakach.
Según el religioso, en medio de las dificultades, la comunidad cristiana tiene la responsabilidad de ser “puente de paz”. Al rechazar la violencia, los cristianos sirios gozan de gran reconocimiento y estima entre sus connacionales, lo que contribuye al diálogo entre todas las facciones en pugna.
“Debemos invertir en esto y dedicar todas nuestras fuerzas a esta labor de mediación, de paz entre el pueblo sirio”, señaló el franciscano.
Además, Fray Karakach asegura que sería ideal contar con una ley “que castigue cualquier incitación al odio y la discriminación”, con el objetivo de proteger a los cristianos y contribuir a la construcción de “una sociedad verdaderamente tolerante y abierta a todos”.
Otro franciscano, Hanna Jallouf, vicario apostólico latino de Alepo, afirmó que la ola de violencia y los diversos enfrentamientos de los últimos meses “son una vergüenza”. Fray Jallouf explicó que la comunidad franciscana y su rebaño “están a salvo”.
“En esta situación, hemos recuperado nuestra misión como pacificadores”, repitió Fray Jallouf.
“Ofrecimos de inmediato nuestra colaboración al nuevo gobierno, para garantizar la paz y la seguridad de la población y la estabilización del país. Al mismo tiempo, animamos a nuestros jóvenes a integrarse en la vida política y social para ser ‘luz del mundo y sal de la tierra’. Esta es nuestra tarea, dar sabor a la vida en Siria”, agregó.