El Cardenal Luis Antonio Tagle, Proprefecto del Dicasterio para la Evangelización, ordenó dos nuevos obispos en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el miércoles 19 de marzo, día de San José, y los alentó a realizar “los sueños de Dios con obediencia y celo”.

Los sueños de Dios

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“Cuando vuestra visión y vuestros planes parezcan no avanzar, duerman, como San José. Porque cuando dormimos, somos vulnerables, menos controladores y, por tanto, más receptivos y abiertos. Duerman y sueñen los sueños de Dios. Despierten para realizarlos con obediencia y celo”, alentó el purpurado en su homilía de la Misa de ordenación episcopal.

Los nuevos obispos son Mons. Samuele Sangalli, Secretario Adjunto encargado de la Administración del Dicasterio para la Evangelización, en la sección para la Primera Evangelización y las Nuevas Iglesias Particulares; y Mons. Diego Ramón Sarrió Cucarella, de los Misioneros de África y expresidente del Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI), quien fue nombrado el 25 de enero como nuevo Obispo de Laghouat, Argelia.

El purpurado filipino, informa la agencia vaticana Fides, resaltó también que el Santo Custodio de la Familia de Nazareth aceptó la llamada de Dios con fe, que “es la fuente del coraje y la creatividad de José, quien siempre subordina su propio proyecto al de Dios, incluso cuando este parece incomprensible o inconveniente”.

La fe de San José

Del mismo modo, destacó, el ministerio sacerdotes y obispos “debe estar enraizado en una respuesta de fe a Dios y ejercerse como tal”.

San José, continuó el Proprefecto, es un “santo silencioso”, y de hecho no hay en los evangelios una palabra suya, pero “rescata, cuida y conserva la Palabra de Dios hecha carne en el seno de María, la palabra más importante”.

Cada pensamiento y acción de José, remarcó el purpurado, “habla de una sola palabra: Jesús. Es lo único que importa. Sus propias palabras palidecen ante la Palabra suprema. Por eso, puede estar en silencio”.

El obispo es maestro de doctrina y ministro del gobierno de la Iglesia

En otro momento de su homilía, el Cardenal Tagle recordó que el Concilio Vaticano II explica que los obispos están llamados a cuidar “en lugar de Dios, al rebaño del que son pastores como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros del gobierno de la Iglesia”; y a ser “pastores de la Iglesia de Dios, que Él compró con la sangre de su propio Hijo”.

Esto, dijo el Proprefecto, son “hermosas enseñanzas que hacen temblar incluso a los mismos obispos. ¿Cómo puede un obispo hacer justicia a una responsabilidad tan grande? Ciertamente, solo por la gracia de Dios”.

Custodios de Jesús

Como San José, prosiguió el cardenal, “diáconos, presbíteros y obispos también deben guardar ‘silencio’ mientras proclaman la Palabra de Dios” porque “no es nuestra palabra la que cuenta y la que debe quedar registrada para la posteridad, sino la Palabra de Dios”, y si “nuestros pensamientos, planes, decisiones y acciones no hablan de Jesús, podríamos ser como ‘bronce que resuena o címbalo que retiñe’”.

Además, el Santo Custodio es “un custodio fiel de Jesús”, y en esa tarea “sabe que Jesús pertenece a la casa de su Padre. La casa de José en Nazaret solo tiene valor si sigue siendo una sombra de la casa del Padre, de la que debe tomar luz”.

Por ello, “los diáconos, los sacerdotes y los obispos también están llamados a ser custodios de la presencia activa de Dios en su Iglesia” porque “los obispos no son sustitutos del Dios eternamente vivo ni competidores del Salvador”, ya que están llamados a ser “signos auténticos de la presencia de Dios en la Iglesia», con una «discreta visibilidad de sombra que depende de la luz”.

Al final de la celebración, los nuevos obispos agradecieron al Santo Padre, a quienes asistieron a su consagración y a todos aquellos con quienes han trabajado al servicio de la Iglesia.

El Cardenal Tagle tuvo como co-consagrantes al Cardenal Francesco Coccopalmerio y al Arzobispo   Fortunatus Nwachukwu, secretario del Dicasterio para la Evangelización.

El purpurado también recordó que ayer se cumplieron 12 años del inicio del papado del Papa Francisco, “por cuyo pleno restablecimiento rezamos”.