“El suicidio asistido es una falsa caridad” con consecuencias alarmantes que deben ser rechazadas, expresó el Obispo de Rockford (Estados Unidos), Mons. David J. Malloy, ante la posibilidad de que la Asamblea General de Illinois apruebe dicha práctica.
El prelado se refirió a los proyectos de ley del Senado (SB 9) y de la Cámara de Representantes (HB 1328) que legalizarían el suicidio asistido para las personas con enfermedades terminales.
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Mons. Malloy señaló que quienes defienden ambos proyectos afirman que pondrán “fin al sufrimiento al final de la vida”.
Sin embargo, advirtió que “aunque tenga buenas intenciones, el suicidio asistido es una falsa caridad. Trae consigo muchas consecuencias alarmantes que, como seguidores de Jesucristo, estamos llamados a rechazar”.
Por ello, alentó a los fieles a no sólo rezar y ayunar para detener ambos proyectos, sino también escribir o llamar “a los funcionarios electos de su estado para votar ‘no’ a esta legislación”.
Indicó que ingresando al sitio web de la Conferencia Católica de Illinois o llamando al 217-528-9200 pueden pedir información sobre “cómo contactar a su funcionario electo local y decirle que vote ‘no’ a la SB 9 y la HB 1328”.
El suicidio asistido afecta a los más vulnerables
En su carta, Mons. David Malloy reiteró que “el suicidio asistido claramente no es la solución compasiva para quienes sufren”.
Relató que donde esta práctica ha sido legalizada “existen casos documentados de compañías de seguros que se niegan a cubrir la atención necesaria de enfermos terminales, a la vez que cubren el pequeño costo de los medicamentos que resultan en el fin de la vida”.
Por ello, “todas las principales organizaciones nacionales que representan a personas con discapacidad se oponen al suicidio asistido”.
Además, “la experiencia demuestra que son especialmente las personas con bajos recursos y discapacidades quienes corren un mayor riesgo, ya que son las más vulnerables a estos abusos”.
“No hay forma de evitar que las personas vulnerables sean coaccionadas o intimidadas para que pongan fin a sus vidas una vez que este suicidio asistido sea legal. La Asociación Médica Estadounidense (AMA) ha resumido bien los argumentos contra el suicidio asistido: ‘El suicidio asistido por un médico es fundamentalmente incompatible con su función de sanador, sería difícil o imposible de controlar y conllevaría graves riesgos sociales’”.
Los cuidados paliativos son una respuesta de caridad
El Obispo de Rockford afirmó que la Iglesia Católica “cree firmemente que nadie debería sufrir innecesariamente ni tener que ver a un ser querido experimentar dolor y sufrimiento innecesarios”.
En ese sentido, recordó que la historia de la atención médica católica está llena de testimonios de “compasión por quienes sufren y por sus seres queridos”, demostrando el “amor y respeto por el don de la vida humana y la dignidad, incluso de quienes están enfermos o sufriendo”.
Y ahora, “gracias al avance del conocimiento médico”, existen “maneras efectivas de brindar mayor comodidad a una persona al final de la vida mediante los cuidados paliativos”.
Explicó que esta especialidad “utiliza equipos dirigidos por médicos para atender a la persona en su totalidad —física, emocional, social y espiritualmente— y aliviar los síntomas y el estrés que suelen acompañar a las enfermedades graves y los efectos secundarios del tratamiento”.
“A través de los cuidados paliativos, un mayor acceso a la atención de salud mental y un mayor apoyo familiar y comunitario, los profesionales sanitarios y las familias están encontrando mejores maneras de acompañar a estas personas con compasión, lo que realmente confiere el amor y la dignidad de cada vida humana”, destacó Mons. Malloy.
Además de Illinois, en los estados de Maryland y Delaware también se han presentado proyectos para legalizar el suicidio asistido.
De aprobarse, se sumarían a los estados de California, Colorado, Hawái, Maine, Montana, Nueva Jersey, Nuevo México, Oregón, Vermont, Washington, y el Distrito de Columbia, que ya han legalizado esta práctica.