El Arzobispo de Montevideo y Cardenal Primado del Uruguay, Daniel Sturla, criticó el regreso al Parlamento del proyecto de ley para regular la eutanasia en el país, asegurando que es “un error” volver a tratarlo.

Con un texto modificado que responde a la puesta en común de iniciativas del Partido Colorado y el Frente Amplio, el Parlamento discutirá nuevamente el proyecto de ley que en 2022 obtuvo media sanción en la Cámara de Representantes, pero no logró la aprobación del Senado.

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El proyecto propone que personas con enfermedades terminales, incurables e irreversibles puedan optar por una “muerte asistida”, siempre que medie su consentimiento expreso y reiterado. 

Sus sectores promotores aseguraron que el texto del proyecto establece estrictos controles y protocolos médicos para garantizar la seguridad en su aplicación.

Consultado por Radio Montecarlo sobre este anuncio, el Cardenal Sturla dijo que es “una macana” que el proyecto vuelva a ser tratado luego de haber sido rechazado en la gestión anterior.

“Nosotros por supuesto que somos siempre defensores de la vida, del cuidado de la vida, desde el momento de la concepción hasta su muerte natural. Nos parece que es un error y que, además, se está jugando con un tema que para nosotros, uruguayos, es fundamental, dada también la realidad de nuestro país, que es defender siempre la vida”, aseguró.

Como alternativa a este proyecto, el arzobispo reclamó que se reglamente la que considera una “buena ley de cuidados paliativos”, que fue aprobada en el país, para que “a ninguna persona le falten los cuidados”.

“La Iglesia también rechaza lo que se llama ensañamiento terapéutico, es decir, no se trata de que la gente que está en una situación terminal siga viviendo con medios extraordinarios, sino de acompañar con cuidados paliativos los últimos momentos de su vida”, destacó.

Es el caso del Hospice San José, fundado por un grupo de católicos: una casa que atiende a pacientes que están internados en algún hospital público en estado grave y que no tienen dónde ir. 

El hogar ofrece atención médica y acompañamiento espiritual, “pero sobre todo la atención del cariño que la gente necesita para transcurrir los últimos meses o tiempo de vida que tienen cuando hay una enfermedad de por medio”, precisó el Cardenal Sturla.