Con motivo de la fiesta de la Virgen del Pilar, el Cardenal Antonio María Rouco, reflexionó sobre la actualidad pastoral de esta fiesta en el momento actual de España y en la que expresó su confianza en que nos impulse a “una nueva y actualizada acogida del don de la fe” para transmitirla fiel y gozosamente “a las nuevas generaciones y a toda la sociedad española”.

El Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y dirigió una mirada "agradecida a esa historia extraordinariamente intensa en devoción y amor a María que marca la vida de la Iglesia en España desde sus inicios en la aurora de la Evangelización y de España misma como comunidad humana, cultural y espiritual, con personalidad propia”.

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Según el Purpurado, “‘el Pilar’ nos recuerda la temprana implantación del Evangelio en España a los impulsos de la predicación apostólica”, y “nos hace evocar ese otro gran acontecimiento de la historia de la Iglesia en España que fue la Evangelización de la América hermana, en cuyos comienzos también se encuentra Ella a través de esa fecha singular del 12 de octubre de 1492”.

“La presencia de la Virgen en todos los ámbitos de la vida cristiana, especialmente en el Culto a la Eucaristía, ha mantenido despierto siempre el sentido de la fe para reconocer la gravedad de lo que significa el pecado y la necesidad de una honda conversión de la vida por la gracia de Jesucristo que nos conduzca a la santidad”, dijo el Cardenal. Por ello, afirmó, “¡España es tierra de María y tierra de Santos!”.

Los jóvenes y la Virgen del Pilar

El Cardenal pidió que la celebración de la fiesta del Pilar nos impulse a “una nueva y actualizada acogida del don de la fe recibida con gratitud filial y con el compromiso de trasmitirla a las nuevas generaciones y a toda la sociedad española fiel y gozosamente”.

“El medio ambiente en que se desenvuelven hoy nuestros jóvenes, desde la escuela hasta la Universidad pasando por los medios de comunicación social, los lugares de diversión, sin excluir a la propia familia, no rara vez rota y desestructurada, se la cuestionan constantemente”, afirmó el Arzobispo de Madrid.

Además, señaló, “no llega a ellos con suficiente densidad de palabra y de testimonio de vida la buena noticia de Jesucristo y de su Evangelio, como el mensaje que puede devolverles el horizonte de esperanza para sus vidas, tantas veces desilusionadas, vacías y frustradas”.

Por eso, apuntó el presidente de la CEE, “urge que les descubramos con nuestro propio ejemplo personal y comunitario que la fe en Jesucristo les abre el camino para una conversión a fondo de toda su persona para una vida nueva, que rompe con el pecado y con el mal y se abre al amor limpio, decidido, generoso, entregado, el que viene por el Espíritu Santo, y que hace ya en este mundo experimentar el gozo de la felicidad verdadera que nunca pasa, ni pasará, el de la Gloria de Dios”.

El Purpurado concluyó su alocución encomendando a la Virgen del Pilar a todos los jóvenes “de Madrid y de España”.