El Vaticano ha expresado su solidaridad con los musulmanes que participan en el ayuno del Ramadán, señalando que los católicos también ayunan y hacen penitencia durante el tiempo de Cuaresma e invitando a un mayor diálogo y amistad entre los creyentes de las dos religiones.

“Nuestro mundo tiene sed de fraternidad y de diálogo genuino”, se lee en el mensaje del 7 de marzo del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso del Vaticano. “Juntos, musulmanes y cristianos pueden dar testimonio de esta esperanza en la convicción de que la amistad es posible a pesar del peso de la historia y de las ideologías que promueven la exclusión”.

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“La esperanza”, continúa, “no es un mero optimismo: es una virtud arraigada en la fe en Dios, el Misericordioso, nuestro Creador”.

En 2025, el Ramadán durará aproximadamente del 28 de febrero al 29 de marzo y concluirá con la celebración de tres días del Eid al-Fitr.

El tiempo cristiano de Cuaresma comenzó el 5 de marzo y finalizará el 17 de abril con los tres días conocidos como Triduo Pascual —Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo— seguidos por el Domingo de Pascua.

“Este año, el Ramadán coincide en gran medida con la Cuaresma, que para los cristianos es un período de ayuno, súplica y conversión a Cristo”, afirma el dicasterio. “Esta proximidad en el calendario espiritual nos ofrece una oportunidad única de caminar juntos, cristianos y musulmanes, en un camino común de purificación, oración y caridad”.

El mensaje anual del Vaticano para el Ramadán fue firmado por el nuevo prefecto del dicasterio, el Cardenal George Jacob Koovakad, y su secretario, el P. Indunil Janakaratne Kodithuwakku Kankanamalage.

El Papa Francisco nombró al Cardenal Koovakad prefecto del dicasterio a finales de enero, ocupando la vacante dejada por el Cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, quien falleció a finales de 2024.

El Cardenal Koovakad, natural de la India y parte de la Iglesia Católica sirio-malabar, anteriormente era responsable de la organización de los viajes papales.

En su mensaje, el dicasterio interreligioso destacó las similitudes entre la observancia musulmana del Ramadán y la observancia católica de la Cuaresma.

“Absteniéndose de comer y beber, los musulmanes aprenden a controlar sus deseos y a concentrarse en lo esencial. Este tiempo de disciplina espiritual es una invitación a cultivar la piedad, la virtud que nos acerca a Dios y abre el corazón a los demás”, afirma.

“En la tradición cristiana, el tiempo sagrado de la Cuaresma nos invita a seguir un camino similar: a través del ayuno, la oración y la limosna, buscamos purificar nuestros corazones y volver a centrarnos en Aquel que guía y dirige nuestras vidas”, continúa. “Estas prácticas espirituales, aunque se expresen de manera diferente, nos recuerdan que la fe no es sólo una cuestión de expresiones externas, sino un camino de conversión interior”.

El dicasterio dijo que quería reflexionar sobre cómo los cristianos y los musulmanes pueden convertirse en “verdaderos hermanos y hermanas, dando testimonio común de la amistad de Dios con toda la humanidad”.

“Nuestra confianza en Dios —subraya el mensaje del Cardenal Koovakad— es un tesoro que nos une, más allá de nuestras diferencias. Nos recuerda que todos somos criaturas espirituales, encarnadas, amadas, llamadas a vivir con dignidad y respeto mutuo”.

“Además, queremos convertirnos en custodios de esta sagrada dignidad, rechazando toda forma de violencia, discriminación y exclusión”, prosigue el dicasterio. 

“Este año, cuando nuestras dos tradiciones espirituales convergen al celebrar el Ramadán y la Cuaresma, tenemos una oportunidad única de mostrar al mundo que la fe transforma a las personas y a las sociedades y que es una fuerza de unidad y reconciliación”, afirma.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.