La Orden Trinitaria nació en la Edad Media para liberar a los cristianos cautivos secuestrados durante las Cruzadas. Hoy en día, en un contexto de “cruzadas modernas”, donde el fundamentalismo islámico continúa persiguiendo a los cristianos por su fe, los Trinitarios siguen siendo un faro de esperanza para quienes permanecen firmes en su compromiso con Cristo.
Ocho siglos después es el documental que da voz a este sufrimiento y pone rostro a los cristianos olvidados en lugares como Siria, Nigeria o el norte de la India, pero que no pierden la esperanza gracias a la ayuda “silenciosa” que les ofrece Solidaridad Internacional Trinitaria (SIT), una ONG fundada por la familia trinitaria hace ya 25 años.
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El reportaje, de Fascina Producciones, fue proyectado en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid en la tarde del 25 de febrero, de la mano del vicario general de la Orden, el P. Antonio Aurelio, y el realizador, Alfredo Torrescalles. El encuentro estuvo moderado por la presentadora española de televisión Ana Rosa Quintana y también estuvo presente el Nuncio en España, Mons. Bernardito Auza.

La realidad de los cristianos perseguidos: una mirada a Siria, Nigeria y la India
Las cámaras se adentran en la atmósfera apocalíptica que se cierne sobre la ciudad siria de Alepo, donde un reducido grupo de cristianos abandonados a su suerte, la mayoría ancianos, lucha cada día por sobrevivir desde que la guerra estalló en 2011.
El soporte de los trinitarios llega a cada uno de los rincones de estos humildes hogares, situados en barrios desangelados y destruidos por las bombas, gracias a la ayuda de otros “ángeles” que se encuentran en el terreno, como el sacerdote Hugo Alaniz, del Instituto del Verbo Encarnado.
Una mujer que lleva 13 años postrada en una cama o un hombre que debe sacar adelante a su hijo con síndrome de Down y que, agarrándose su pequeño Rosario agradece a Dios por su vida, son algunos de los protagonistas de este primer país donde el reportaje posa su mirada.
Desde Nigeria, los desoladores testimonios de las mujeres que pudieron escapar de las garras de los terroristas del grupo yihadista Boko Haram muestran cómo el terror se ha perpetuado en sus comunidades y corazones. Estos cristianos, de una gran fe, encuentran cobijo y ayuda en medio de la desesperación gracias a la Iglesia Católica y la labor del SIT.
Desde África, el documental viaja hasta el norte de la India, en Kerala, donde muchos jóvenes se están viendo obligados a abandonar sus hogares como consecuencia de los enfrentamientos entre el pueblo hindú Meitei y el pueblo tribal cristiano Kuki.
Los trinitarios denuncian que el conflicto étnico se ha convertido en un enfrentamiento religioso y que la comunidad cristiana no cuenta con ningún apoyo del Gobierno, determinado a limitar la libertad religiosa y prohibir la evangelización.
Lo que no se cuenta, no existe
El P. Antonio Aurelio destacó que el documental no se trata de los trinitarios, sino de mostrar la realidad a la que se enfrentan las personas a las que ayudan. “No somos altruistas, somos cristianos”, afirmó antes de remarcar que los trinitarios son discretos y “trabajan en silencio”.
Para el P. Aurelio, “la ayuda que se puede prestar a los cristianos perseguidos es muy compleja, debido a que el problema de estas personas no es asistencial, sino existencial. Queremos informar de su situación y su sufrimiento, porque lo que no se cuenta, no existe”, subrayó.
“El mensaje de este documental no es para ellos, es para nosotros. Son cristianos como nosotros, ¿por qué están abandonados? ¿Por qué no les hacemos caso? ¿Por qué no les ayudamos? ¿Por qué no hablamos públicamente de esta persecución? ¿Por qué no nos sentimos cercanos a ellos? Nuestro objetivo concreto como trinitarios es que estas personas no se sientan solas”, agregó el vicario general de la Orden Trinitaria.
Por su parte, el realizador Alfredo Torrescalles señaló lo mucho que le impresionó rodar este documental, especialmente en lugares como Siria. “La labor que hacen los trinitarios me parece imprescindible, tremendamente brillante y muy necesaria, pero temo que la gente se acabe insensibilizando ante estos dramas. Tenemos que esforzarnos por encontrar la manera de llegar a la población y tocarles el corazón”, concluyó.