Al presidir la Misa que inicia el Año Jubilar por los 80 años del Seminario diocesano, el Obispo de San Cristóbal (Venezuela), Mons. Mario Moronta, señaló que los seminaristas deben formarse para convertirse en “faros de luz” para los hombres de hoy.
“Para la Iglesia de Dios, una de las tareas más importantes que posee dentro del ejercicio de su misión es la de la formación de los sacerdotes”, dijo el Prelado durante la homilía; y destacó que el deseo de toda la comunidad eclesial en el estado venezolano de Táchira es “que sigamos creciendo en vocaciones y sacerdotes para el servicio del pueblo de Dios, en nuestra Iglesia local y en Iglesias hermanas”.
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Según el Obispo, el año jubilar destacará tres ideas clave para la formación del seminario.
La primera es que “el objetivo del seminario es formar a los jóvenes seminaristas para que aprendan a configurarse a Cristo Sacerdote y Buen Pastor. Para ello, los estudios, la formación humana y espiritual así como la pastoral, contribuyen para que se logre ese objetivo”.
La segunda idea es que “el seminario debe ser testimonio vivo de comunión. Una comunión enriquecida por la gracia de Dios, comunión de sus miembros entre sí, con el Obispo y con el Pueblo de Dios y con la Iglesia Universal”.
La tercera idea es que el sacerdote debe ser “un servidor capaz de darse total y radicalmente por los demás y su salvación”. Para ellos “los consejos evangélicos de la pobreza, la castidad y la obediencia, en un sacerdote, llegan a ser como un faro de luz para los seres humanos a quienes dedica toda su vida”.
“Nuestro seminario –concluyó Mons. Moronta- debe propiciar la experiencia personal y comunitaria de los valores del reino: la pobreza de espíritu, la limpieza de corazón, el no tener miedo a ser perseguidos por la justicia, ser mansos y humildes de corazón, ser constructores de la paz”.