El Papa Francisco, quien a sus 88 años se encuentra hospitalizado en Roma por una neumonía bilateral, vivió una experiencia en la que estuvo al borde de la muerte cuando tenía poco más de 20 años.

En 1957, en su natal Argentina, sufrió una grave infección respiratoria que obligó a los médicos a extirparle el lóbulo superior del pulmón derecho. Él Papa ha contado que entonces una religiosa enfermera le salvó la vida al decidir duplicar la cantidad de medicamentos que le habían administrado.

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Un episodio que marcó su vida

Según relata el Papa Francisco en su autobiografía “Esperanza”, publicada este 2025, en agosto de 1957, cuando estudiaba en el seminario, una epidemia de gripe asiática golpeó con fuerza al instituto donde se encontraba.

Todos los seminaristas enfermaron, pero mientras sus compañeros se recuperaban en pocos días, el joven Jorge Mario Bergoglio empeoró progresivamente, según cuenta en el libro. La fiebre alta no cedía, y los remedios habituales del médico del seminario —laxante para el dolor de estómago, yodo para las heridas y aspirina— no eran suficientes.

Sus abuelos paternos estaban a punto de celebrar sus bodas de oro, pero él no pudo participar, de acuerdo con su autobiografía. Ante el agravamiento de su estado, un joven sacerdote que oficiaba como prefecto tomó la decisión de trasladarlo al Hospital Sirio Libanés de Villa Pueyrredón, en Buenos Aires.

Allí, la gravedad de su condición se hizo evidente. Una infección respiratoria severa comprometía sus pulmones y lo tuvo al borde de la muerte. Fue entonces cuando una monja italiana, la hermana Cornelia Caraglio, tomó una determinación que le salvaría la vida al duplicar la dosis de antibióticos que le habían prescrito los médicos.

Tras una intervención en la que le drenaron líquido de los pulmones y le extirparon parte de uno de ellos, Bergoglio inició un largo proceso de recuperación. Sus compañeros del seminario lo visitaban con frecuencia y algunos incluso donaron sangre para sus transfusiones. Poco a poco, la fiebre cedió y la luz comenzó a regresar a su vida.

Este episodio, contado íntegramente por él en la autobiografía, dejó en él una enseñanza profunda: No era la primera vez que sentía la fuerza de esa experiencia religiosa y humana; no era la primera vez que las hermanas cuidaban de mí. Nadie puede salvarse solo, en ningún sentido”, escribió Francisco.

¿Qué impacto tiene la extirpación de parte del pulmón?

El 18 de febrero de 2025, el Vaticano informó que una tomografía computarizada confirmaba que el Papa Francisco padece neumonía bilateral. Además, nuevos estudios indicaron que la infección respiratoria que enfrenta también incluye bronquitis asmática, lo que hace necesario un tratamiento con antibióticos y cortisona.

La neumonía que padece implica una inflamación de los alvéolos pulmonares que suele generarse por un agente patógeno que ingresa por las vías respiratorias y afecta los pulmones. Se da con más frecuencia en forma bilateral, es decir, cuando, como en el caso de Francisco, afecta a ambos pulmones, y su magnitud depende de la respuesta del paciente.

Las alarmas saltaron el lunes, cuando se informó que el Papa Francisco afrontaba un “cuadro complejo”. Sin embargo, el miércoles y este jueves mostró una “leve mejoría”, según el Vaticano.

En diálogo con ACI Prensa, el Dr. Lenin de Janon Quevedo, médico de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Francisco Santojanni de la Ciudad de Buenos Aires, explicó que, si bien no puede referirse específicamente al caso del Papa debido a la falta de información detallada sobre su historial médico, sí puede dar una visión general sobre la adaptación pulmonar en pacientes que han perdido parte de un pulmón.

“Cuando una persona pierde una parte del pulmón, existe el concepto del 'pulmón vicariante', lo que significa que el otro pulmón asume las funciones del perdido, permitiendo que la capacidad pulmonar se mantenga casi sin grandes cambios. Este mecanismo de compensación también se observa en órganos dobles como los riñones”, explicó el también profesor de Bioética y director de la carrera de Medicina de la Universidad Católica Argentina (UCA).

El Dr. De Janon señaló que, en el caso del Papa, “si perdió una parte de su pulmón cuando era joven y luego no presentó complicaciones respiratorias severas, su otro pulmón habría asumido la función del que quedó con menor masa anatómica”.

Los antecedentes bronquiales y su impacto en la salud del Papa

El médico, Magíster en Ética Biomédica y especialista en Medicina Crítica, también explicó que los pacientes con antecedentes bronquiales, como el caso de Francisco, “suelen presentar hiperreactividad bronquial, lo que significa que sus bronquios son más sensibles a los estímulos externos”. 

Esta condición puede desencadenar broncoespasmos ante infecciones respiratorias, dificultando la respiración.

“En estos casos, se produce una mayor estenosis en los bronquios, es decir, un cierre parcial que impide el adecuado paso del aire”, indicó. 

“Además, hay un aumento en la producción de moco, que puede obstruir tanto los bronquios principales como los bronquiolos más pequeños. En algunos casos, esto puede derivar en atelectasias, que son zonas del pulmón que pierden aire y se compactan, generando complicaciones adicionales”.

Pronóstico reservado

Respecto al pronóstico del Papa Francisco, el Dr. de Janon Quevedo subrayó que, al tratarse de una persona de 88 años, la situación es delicada. “Las neumonías son una de las principales causas de muerte en adultos mayores. Sin embargo, el hecho de que hasta ahora no haya requerido asistencia con un respirador artificial es una señal positiva”.

No obstante, destacó que “la gravedad radica en su edad, en la presencia de una bronconeumonía bilateral y en sus antecedentes de salud previos”. 

Además, observó que “su apariencia física reciente, con signos de fatiga y un rostro visiblemente agotado, podría indicar un deterioro en su estado general”.

El especialista explicó que “en cuadros como este, se espera que los antibióticos surtan efecto en un plazo de 72 a 96 horas”. Sin embargo, advirtió que “durante este tiempo, otros órganos como el corazón y los riñones podrían verse comprometidos, ya que suelen reaccionar rápidamente ante infecciones severas”.

“Estamos ante un cuadro de gravedad moderada, pero extremadamente vulnerable”, sostuvo.

“Esto significa que puede mejorar, Dios quiera que así sea, o, en su defecto, empeorar en cuestión de horas. Los adultos mayores tienen esta particularidad: su estado de salud puede cambiar abruptamente, al igual que ocurre en los niños. El inicio y el final de la vida se asemejan en ese sentido, ya que ambos grupos son sumamente frágiles”, concluyó.