En una carta dirigida a los participantes de la XLIV Semana Social de los Católicos Italianos, el Papa Juan Pablo II señaló que la participación política de los cristianos requiere de una instancia ética.
En la carta leída por el Cardenal Camillo Ruini, Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana ante los más de mil participantes reunidos en Bolonia de 7al 10 de octubre bajo el lema “Democracia: nuevos escenarios, nuevos poderes”, el Santo Padre subraya los “riesgos y amenazas para una auténtica democracia que derivan de ciertas corrientes filosóficas, visiones antropológicas o ideas políticas con prejuicios ideológicos”.
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“Sigue existiendo, por ejemplo –advierte el Pontífice-, la tendencia a considerar que el relativismo es la actitud de pensamiento que mejor responde a las formas políticas democráticas, como si el conocimiento de la verdad y la adhesión a ella fuesen un impedimento”.
“En realidad -continúa-, a menudo se tiene miedo de la verdad porque no se conoce. La verdad como Cristo la ha revelado es garantía de libertad auténtica y plena para la persona”.
Juan Pablo II escribe que “si la acción política no se confronta con una instancia ética superior, iluminada a su vez por una visión integral del ser humano y de la sociedad, termina por ser sometida a fines inadecuados, si no ilícitos. La verdad, sin embargo, es el mejor antídoto contra los fanatismos ideológicos en ámbito científico, político o incluso religioso”.
“Como expertos en las disciplinas sociales y como cristianos”, sigue el Santo Padre, estáis llamados “a indicar nuevas pistas y nuevas soluciones para afrontar del modo más justo los problemas urgentes del mundo contemporáneo”.
“La reflexión sobre el sistema democrático no puede limitarse a considerar sólo los ordenamientos políticos y las instituciones, sino que debe llegar a los problemas que plantea el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, de la economía y de las finanzas, a las nuevas reglas para el gobierno de las organizaciones internacionales, a los interrogantes que surgen del desarrollo progresivo y rápido del mundo de la comunicación, para elaborar un modelo de democracia auténtico y completo”.
El Papa hace hincapié en la necesidad de que los católicos se esfuercen “por hacer viva y dinámica la sociedad civil –con la promoción de la familia, del asociacionismo, del voluntariado- oponiéndose a límites indebidos y condicionamientos impuestos por el poder político o económico; también deben volver a considerar la importancia del compromiso en la esfera pública e institucional, en aquellos ambientes en los que se toman decisiones significativas que atañen a la colectividad y en la política, entendida en el sentido más elevado del término, como hoy tantos desean”.
“No se puede olvidar –concluye- que son propios de la vocación del laico el conocimiento y puesta en práctica de la doctrina social de la Iglesia, y por tanto, también la participación en la vida política del país, según los métodos y los medios del sistema democrático”.