La cárcel de Regina Coeli, en Roma, condensa los males del sistema penitenciario italiano. Además de las insalubres condiciones de detención, con celdas llenas de moho y chinches, está, como la mayoría de las cárceles italianas, gravemente superpoblada: actualmente alberga a más de 1.150 presos, pese a que su capacidad es de 628 plazas.

El Papa Francisco lleva en el corazón estos lugares de privación de libertad, marcados por el sufrimiento. Por ello, a través del Dicasterio para la Cultura y la Educación, ha impulsado una exposición en la que el reconocido pintor Yang Pei-Ming, artista francés de origen chino, ha retratado a los reclusos.

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Pero no solo a ellos, sino también a algunos guardias de seguridad, al médico, a una voluntaria y al sacerdote penitenciario que, desde hace más de 40 años, dedica su vida a sanar las heridas que afloran entre rejas.

“Vive con ellos arriba, tiene una habitación allí. Es el responsable de todos los voluntarios. Dice que su misión es hablar con ellos, prepararlos para la vida en libertad que les espera”, comenta con una sonrisa el artista.

En una entrevista con ACI Prensa, Yang Pei-Ming confiesa las dudas iniciales que tuvo sobre el proyecto, aunque reconoce que le intrigó la posibilidad de retratar la vida que existe tras los muros de la prisión.

Yang Pei-Ming fue seleccionado por el Vaticano para el proyecto. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN
Yang Pei-Ming fue seleccionado por el Vaticano para el proyecto. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN

“Cuando vi el edificio por primera vez, pensé: ‘¡Pero es una prisión!’”, detalla el artista, quien fue contactado por el Vaticano para llevar a cabo esta obra, instalada desde el sábado 15 de febrero en un pequeño espacio expositivo en Vía della Conciliazione 5, la amplia avenida que desemboca en la Plaza de San Pedro, en el marco del Jubileo de los Artistas.

El resultado es una serie de 27 acuarelas en blanco y negro que invitan a reflexionar sobre el sistema penitenciario. A través de ellas, el artista busca transmitir la cotidianidad de la privación de libertad y la importancia de la rehabilitación y la esperanza de un futuro fuera de la cárcel, un mensaje especialmente relevante en el contexto del Jubileo.

Regina Coeli es una de las prisiones con las condiciones más duras de Roma. Es vieja y está deteriorada. Se construyó originalmente para albergar a 600 presos, pero hoy en día alberga a 1.200”, explica, consciente de la terrible situación.

Para Yang Pei-Ming, la exposición, que estará abierta al público hasta mediados de mayo, es "un proyecto sobre el Espíritu Santo", centrado en la "preparación para el día en que los reclusos recuperen la libertad y puedan vivir una vida normal".

En este sentido, propone un acto de diálogo: las imágenes de los presos se contraponen a las de los guardias o el sacerdote, creando una narrativa visual que reivindica la dignidad humana.

“Se trata de que lo invisible se haga visible”, asegura.

Un minucioso proceso creativo

Para llevar a cabo este ambicioso proyecto, Yang Pei-Ming realizó un meticuloso proceso de documentación, ya que no tuvo acceso a la prisión para retratar a los detenidos en persona.

Son 27 acuarelas las que componen la exposición. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN
Son 27 acuarelas las que componen la exposición. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN

Inicialmente, pensó en utilizar las fotografías oficiales de registro de los presos, las imágenes estándar que se toman al ingresar a la cárcel, pero pronto descartó la idea por considerarlas demasiado impersonales. En su lugar, solicitó la realización de un reportaje fotográfico que capturara la esencia de cada individuo.

Además, pidió a los presos que le enviaran una breve biografía con aspectos íntimos de su vida: su nombre, los errores cometidos y sus anhelos.

El artista recuerda con especial emoción el caso de un preso chino que escribió que su mayor deseo era volver a casa para abrazar a su esposa y a su hija.

“La idea es que lo que está dentro se haga visible en el exterior”, afirma Yang Pei-Ming, al referirse a cómo la muestra invita a transeúntes, peregrinos y curiosos a detenerse y observar las imágenes.

El propio espacio expositivo, propiedad del Vaticano, se convierte en un puente entre el interior y el exterior, ya que cuenta con un gran ventanal que permite ver la muestra desde la calle.

La exposición solo puede verse a través del cristal que da a la calle que conduce a la Basílica de San Pedro. Crédito: Daniel Ibañez/EWTN
La exposición solo puede verse a través del cristal que da a la calle que conduce a la Basílica de San Pedro. Crédito: Daniel Ibañez/EWTN

“En esta exposición no se puede entrar”, explica el artista. “Hasta ahora, solo ha sido posible acceder para filmaciones, pero el público la ve desde afuera. Es como una prisión: hay 27 personas hacinadas en un espacio pequeño, lo que ya de por sí es simbólico. Al mismo tiempo, es un gran escaparate, una apertura hacia Roma y hacia el mundo, para que todos, peregrinos, ciudadanos y turistas, puedan ver el proyecto”.

Además, cada noche, los 27 retratos son proyectados en la fachada de la prisión, un edificio del siglo XVII situado en pleno corazón de Roma y a pocos metros de la Plaza de San Pedro.

Por allí pasan diariamente cientos de personas que ni siquiera saben que, más allá del muro, hay una cárcel.

“Son personas a las que nunca vemos. Igual que a los guardias: no los vemos y parece que no existen. Pero están ahí, en la cárcel”, señala el artista.

Más allá de los presos

La exposición no solo valora  la figura de los presos, sino también la de los guardias, el médico y el sacerdote. Pei-Ming estaba especialmente interesado en la interrelación de estas personas, que en apariencia ocupan posiciones opuestas, pero que en realidad comparten la misma realidad de aislamiento.

El artista quiso captar la dualidad del que está tras las rejas y el que vela por su seguridad. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN
El artista quiso captar la dualidad del que está tras las rejas y el que vela por su seguridad. Crédito: Daniel Ibañez/ EWTN

“Quise capturar ese sentimiento, esa dualidad entre el que está tras las rejas y el que vela por su seguridad, como ocurre también con el guardia y el médico”, explica el artista, quien utilizó la técnica de la acuarela en blanco y negro para transmitir una atmósfera de intimidad y universalidad.

La exposición lleva por título Au-delà du mur `[Más allá del muro] y busca sacudir conciencias, cuestionando los estereotipos que rodean el ambiente carcelario.

En palabras de Yang Pei-Ming: “La prisión no es un lugar de vacaciones. Es un espacio que necesita mejoras y, sobre todo, un lugar donde es fundamental dignificar a las personas que allí viven y trabajan”.

Bénédicte Cedergren colaboró en este artículo realizando la entrevista con el artista en francés