Esta semana se ha presentado en España el documental “Nicaragua levantará” que retrata la persecución religiosa en el país centroamericano a cargo del régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

El reportaje, elaborado por el periodista Fernando de Haro, forma parte de Cristianos perseguidos, una serie de trabajos audiovisuales centrados en denunciar los ataques sufridos por católicos en diferentes partes del mundo impulsada por el lnstituto CEU de Estudios Históricos.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

En el pasado, estos reportajes han abordado situaciones de persecución en Egipto, Líbano, Nigeria, India, Iraq, Siria, China, Pakistán, Israel y Palestina.

A lo largo de 45 minutos, el periodista teje un retrato con las voces de algunas personas que han sufrido la persecución en Nicaragua, entre ellos, religiosos, sacerdotes, periodistas, abogados, líderes estudiantiles y campesinos. 

En la frontera con Costa Rica, donde se encuentran numerosos refugiados, el documental muestra la realidad de las Misioneras de la Caridad expulsadas del país, quienes no ocultan el miedo que pasaron —”es algo humano”, recuerdan— pero tampoco su disposición a acoger el martirio.

“¿Me van a matar por mi fe? Es una alegría, una bendición y una gracia de Dios. El ser mártir es una gracia de Dios”, explica con sencillez y entereza una de las religiosas. 

La película cuenta con el testimonio de varios estudiantes exiliados, entre los cuales alguno acabó preso en el Complejo Policial Evaristo Vásquez, más conocido como “El Chipote”, un centro de torturas que cuenta con celdas como “la chiquita”, un espacio minúsculo en el que se encierra a oscuras durante meses a los presos políticos. 

Entre los testimonios, destaca el de Lesther Alemán, estudiante exiliado en España, quien se hizo conocido por su participación en la ronda de diálogo nacional propiciado por la Iglesia Católica, en la que pudo dirigirse al dictador Ortega. 

El joven Alemán desvela cómo afrontó el tiempo de cárcel como “un retiro espiritual” en el que, cuando llegaron momentos de dudas de fe, tuvo que hacer memoria de los múltiples “detalles de amor” del Señor en su vida.