El patio del hospital Policlínico Gemelli de Roma, donde se erige la estatua de Juan Pablo II, se ha llenado de velas y cartas en las que decenas de fieles han posado sus deseos de recuperación para el Papa Francisco.
En este centro sanitario de excelencia, el Santo Padre continúa ingresado desde el viernes con una infección de las vías respiratorias persistente.
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El Papa Francisco está hospitalizado en la décima y última planta en una habitación reservada, preservada con altas medidas de seguridad, a la que solo tienen acceso, además del personal sanitario que lo atiende, sus dos secretarios.
Gracias a ellos está recibiendo cientos de mensajes de buenos deseos por una buena y pronta recuperación, así como dibujos y tarjetas. Algunos de ellos proceden de los niños ingresados en ese mismo hospital, en concreto los de la sala de oncología, sus vecinos de la décima planta, a los que el Papa nunca ha dejado de visitar en sus anteriores estancias en el centro sanitario
La sala tiene un enorme ventanal que da a la entrada principal. El Pontífice se ha visto obligado a cancelar toda la agenda prevista hasta el fin de semana, pero no se sabe si rezará el Ángelus desde el hospital o mandará un mensaje como el domingo pasado.
Al lado de la habitación del Papa Francisco, hay una pequeña capilla, con un reclinatorio y un gran crucifijo, para que, si su salud se lo permite, pueda rezar o celebrar Misa.
El hospital continúa con su trasiego cotidiano de médicos y pacientes, pero todos tienen en mente la salud del Santo Padre.
“Es un honor saber que está aquí cerca, pero ojalá puedan darle el alta pronto”, explica Carlo, uno de los camareros que gestiona la cafetería del hospital.
“Si pudiera verlo en persona le diría que me gustaría verle pronto de regreso en el Vaticano”, explica.
Al otro lado de la barra, un grupo de estudiantes de medicina en prácticas se muestran convencidos de su recuperación. “Está en las mejores manos. Ojalá nos den pronto buenas noticias”, asegura Federica, una de ellos.
“Todos le deseamos una pronta recuperación, buena salud en cuerpo y alma, y que pueda seguir llevando a cabo su misión”, agrega.

Maria Grazia es una de las feligresas que se acerca todos los días hasta la capilla “Juan Pablo II” situada en el interior del hospital. “Rezo mucho”, dice con los ojos humedecidos sin querer dar más detalles.
A continuación una mujer anciana, que camina ayudada por un bastón, espera su turno para entrar en la pequeña iglesia. Lleva un rosario plateado en la mano. Su marido padece un problema de hipertensión e ingresó, casualmente, el mismo día que el Santo Padre. “Los dos se van a poner bien”, dice con una sonrisa.
“La presencia del Santo Padre aquí en el hospital es como una bendición para todos los que sufren”, asegura a continuación.

En esta capilla, que gestionan los franciscanos, ofrecerán por la salud del Papa Francisco la Eucaristía de este miércoles a las 13:00 horas (hora local). “Lo haremos a partir de ahora todos los días”, señala el párroco.
“Nos acordamos tanto de él en la oración porque es el arma más importante para que pronto esté bien”, concluye.