El Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo, ha divulgado una carta pastoral con motivo de la próxima Cuaresma titulada Conviértete y cree en la esperanza en la que alienta a cultivar esta virtud teologal y a dejar de lado las “batallas de sacristía”.
Ante el inicio del tiempo cuaresmal el próximo 5 de marzo, el purpurado propone una reflexión sobre la llamada a la conversión frente al “desencanto y la falta de ilusión” que lleva a aferrarnos a “un realismo light, tratando de aparentar seguridad mientras nos consume la incertidumbre”.
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Esta inseguridad se mezcla con otras actitudes en el seno de la Iglesia Católica donde, a su juicio, “también nos hemos acostumbrado a andar más preocupados por nosotros y por las batallas de sacristía que por caminar juntos hacia la esperanza”.
Por ello, invita a que esta Cuaresma sea “una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la esperanza”, que se alimenta “del perdón, la reconciliación y las relaciones basadas en el amor y la justicia”.
Esta virtud, añade el Cardenal Cobo, “nos invita a dirigir nuestra atención a las tres personas de la Trinidad y a no olvidarnos de la Iglesia”.
Por otro lado, el purpurado enumera una serie de “pecados que obstruyen el acceso a la esperanza”, entre ellos confundir esta virtud con el optimismo: “El esperanzado invita a mirar la realidad en su totalidad, pero sabiendo que la última palabra es de futuro y es de Dios”, señala al respecto.
El Cardenal Cobo también alerta ante “el miedo al compromiso por creer que Dios me quita mi tiempo o mis posibilidades”, animando a cada bautizado a convertirse a la voz de Dios y así tener “valentía para responder a la vocación”.
Otro de los pecados que amenazan la virtud de la esperanza es “la tristeza individualista” que “fragmenta y descohesiona” y lleva al fiel a encerrarse “en prisiones de narcisismo y políticas partidistas”.
“Cerrarnos en nuestros espacios ahoga y nos hace perder de vista el camino de la misión de Cristo a la que nos convoca y de la que no somos directores”, añade el purpurado.
El Arzobispo de Madrid también aborda las tentaciones de “dejarnos arrastrar por la violencia y la polarización” o alejarnos de la Cruz de Cristo, pese a que la “esperanza acontece siempre, de una u otra forma ante el escándalo y la necedad de la cruz”.
El Cardenal Cobo se refiere de igual modo al peligro de “olvidar a los crucificados y las víctimas”, subrayando que Dios se revela “muchas veces fuera de nuestro pequeño mundo eclesiástico. Los rostros de los que están fuera nos apremian y nos dejan a la intemperie”.
La última precaución señalada por el purpurado se refiere a “dejar de soñar según Dios”, cuestión sobre la que afirma que “los profetas de calamidades pierden toda razón ante la resurrección del Crucificado. Los hombres y las mujeres capaces de soñar han regalado a la humanidad horizontes inéditos y nos han humanizado”.
En aras a fomentar el espíritu de conversión cuaresmal, el Cardenal Cobo propone tres caminos a lo largo del tiempo litúrgico previo a la Pascua de Resurrección: ahondar en la experiencia bautismal, ponernos “a los pies de los crucificados de nuestros entornos”, como enfermos, personas mayores, necesitados, etc. y ha hacer “de nuestros espacios de Iglesia lugares para el encuentro”.