El problema del matrimonio en la sociedad moderna ha sido un tema central en la agenda del Papa Francisco a lo largo de su pontificado. Ha abordado el tema con un enfoque caracterizado por la misericordia y la reforma, y ​​en el proceso ha aumentado las tensiones dentro de la Iglesia.

Al celebrar la vocación al matrimonio y alentar a las personas a casarse en un momento en que muchos eligen no hacerlo, el Papa también ha buscado abordar la realidad de las relaciones modernas, incluido el hecho de que muchos matrimonios hoy terminan en divorcio y que muchos católicos viven en situaciones contrarias a las enseñanzas de su Iglesia.

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En noviembre pasado, el Papa instó a los agentes pastorales a acoger “a quienes conviven, posponiendo indefinidamente su compromiso matrimonial”, así como a “las personas divorciadas y vueltas a casar”.

La declaración se produjo diez años después de que el Papa llevara a cabo un gesto que ejemplificaba esa inclusividad: casó a un grupo de parejas que, en algunos casos, habían convivido y tenido hijos juntos. Algunos interpretaron la ceremonia como un presagio de cambios en la enseñanza de la Iglesia sobre el divorcio y las nuevas nupcias o dijeron que demostraba que el Papa estaba restando importancia a la tradición. Otros insistieron en que simplemente estaba mostrando la misericordia de un pastor.

Apenas unos meses después de su elección en 2013, el Papa anunció que convocaría no uno, sino dos sínodos sobre la familia en los dos años siguientes. Esas asambleas de obispos abordaron diversos temas controvertidos, incluida la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad, pero su debate más destacado fue sobre si los católicos con relaciones irregulares —en particular aquellos que se habían divorciado y vuelto a casar según la ley civil sin la nulidad del primer matrimonio— debían recibir la Comunión.

Los Papas anteriores habían prohibido esta medida a menos que el hombre y la mujer en la nueva unión se abstuvieran de las relaciones conyugales y vivieran juntos “como hermano y hermana”. 

El Papa Francisco reabrió la cuestión, pero al final del proceso sinodal, la mayoría de los obispos todavía no estaban convencidos de apoyar la liberalización. El Papa respondió en su discurso de clausura denunciando “los corazones cerrados que con frecuencia se esconden incluso detrás de las enseñanzas de la Iglesia, para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas”.

Al año siguiente, en su exhortación apostólica Amoris Laetitia, el Papa Francisco escribió que incluso las personas en “situación objetiva de pecado” podían ser elegibles para recibir la “ayuda de los sacramentos”. Más tarde autorizó una interpretación de ese lenguaje que hizo posible que algunas personas en uniones irregulares recibieran la Comunión después de un proceso de discernimiento con un sacerdote.

Un argumento importante de quienes se oponían a este cambio era que socavaría la enseñanza de la Iglesia de que el vínculo matrimonial es indisoluble o de por vida. Pero ¿en cuántos casos se aplica realmente este vínculo? El Papa Francisco ha dicho que “una gran mayoría de nuestros matrimonios sacramentales son nulos” porque las personas no entienden el compromiso que están asumiendo.

Para afrontar este problema, entre otros, el Papa aprobó una propuesta de “catecumenado matrimonial” de un año de preparación al sacramento, seguido de un acompañamiento pastoral durante los primeros dos o tres años de matrimonio.

El Papa Francisco también ha facilitado a los obispos la concesión de nulidades, en menos de dos meses en algunos casos, abreviando un proceso que de otro modo podría llevar años. 

Los críticos del proceso simplificado han advertido de que carece del control de calidad necesario, lo que aumenta el riesgo de declarar nulos matrimonios válidos. Algunos obispos han tardado en aceptar esta opción. El Papa se ha quejado varias veces de esa resistencia, atribuyendo gran parte de ella a un interés financiero por parte de los abogados canónicos que se ocupan de casos matrimoniales y no quieren perder clientes.

Las reformas del Papa en materia de matrimonio son, en sentido estricto, independientes de su enfoque conciliador en materia de cuestiones LGBT, incluido su respaldo a las uniones civiles para parejas del mismo sexo. “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”, escribió en Amoris Laetitia.

Una declaración de 2021 de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, publicada con el asentimiento del Papa Francisco, descartó las bendiciones de parejas del mismo sexo en parte porque ese tipo de bendición “sería en cierto modo una imitación o una analogía con la bendición nupcial, invocada sobre el hombre y la mujer que se unen en el sacramento del Matrimonio”.

Pero en diciembre de 2023, la oficina doctrinal declaró, con la aprobación del Papa Francisco, que los sacerdotes podrían después de todo bendecir a las parejas del mismo sexo.

La declaración Fiducia Supplicans advirtió que tales bendiciones no deben realizarse “con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio”, y el dicasterio siguió con un comunicado de prensa enfatizando que las bendiciones deben ser espontáneas, breves y simples, “no litúrgicas ni ritualizadas”.

Sin embargo, algunos progresistas han interpretado el permiso para recibir las bendiciones como una señal de que pueden esperar algo más.

“Es un paso en la dirección correcta que hacía tiempo que debía haberse dado”, dijo Gregor Podschun, líder de la Federación de Jóvenes Católicos Alemanes, con motivo de la publicación de Fiducia Supplicans. “Sin embargo, esto sólo puede ser un primer paso… No se trata sólo de bendiciones, sino del matrimonio para todas las parejas”.

Podschun fue un participante destacado en el Camino Sinodal Alemán, una asamblea de obispos y laicos católicos que en marzo de 2023 votó para aprobar una liturgia formal para la bendición de las parejas del mismo sexo.

Casi dos años después, una portavoz del Comité Central de Católicos Alemanes dijo que se espera que en las próximas semanas se complete una colección de oraciones sugeridas para tales bendiciones y que se publique poco después.

Independientemente de que el Vaticano responda o no a esa publicación, las cuestiones relacionadas con el matrimonio y la familia que ha planteado el Papa Francisco seguirán desafiando los esfuerzos de la Iglesia por aplicar sus enseñanzas a las complejidades de la vida moderna.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.