El juez católico Frank Caprio se ha convertido en uno de los rostros más reconocidos en las redes sociales, simplemente por sus actos de bondad y compasión. Durante casi 40 años, escuchó a las personas que llegaban al juzgado municipal principal de Rhode Island, Estados Unidos, y siempre se aseguró de mostrarles misericordia.

Su labor judicial se transmite en el programa estadounidense Caught in Providence, nominado cuatro veces al Emmy. En 2017, los videos de sus casos en la corte se hicieron virales, alcanzando más de 15 millones de visualizaciones.

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Hoy, a los 88 años, pide oraciones a sus seguidores tras haber sido diagnosticado con cáncer de páncreas. El reportero de EWTN News In Depth, Colm Flynn, viajó a Florida para conocer a quien es llamado “el juez más amable del mundo”.

Un juez con corazón

“Tuve la infancia más privilegiada que podría imaginar.. el privilegio de haber crecido en la pobreza”, recuerda el juez. Su padre, Antonio Caprio, era un inmigrante italiano que trabajaba como lechero.

“Algunas mañanas nos despertaba a mi hermano mayor y a mí, a las 4, para trabajar con él en el camión. Aprendí una de las lecciones más valiosas trabajando con mi padre: aprendí a tratar a las personas. Aprendí comprensión. Aprendí compasión”, aseguró.

Inspirado por las palabras de su padre, Frank estudió derecho, aprobó el examen de abogacía en 1965, y en 1985 se convirtió en juez del juzgado de la Corte Municipal de Providence. Muchas de las deliberaciones que presidió se televisaron durante más de 20 años en la cadena local.

Desde su primer día en el estrado, comprendió que su papel no era sólo aplicar la ley, sino también entender las circunstancias de quienes comparecían ante él.

“Una de las primeras personas que compareció ante mí fue una mujer con varias multas de estacionamiento”, relató. “Era terca, grosera… finalmente, en un acto de desesperación, le dije: 'Le cobro el monto completo y su auto será inmovilizado'. Pensé que había sido bastante firme. Pero mi padre, al enterarse, me dijo: 'Estaba asustada. Tiene tres hijos. ¿Cómo va a alimentarlos? Probablemente le quitaste el dinero de la cena de esta noche'. Ese día aprendí una gran lección”.

Para Frank ese fue un llamado de atención. Estar en una posición de poder no significaba que debía ejercerlo en contra de quienes no lo tenían. Comprendió que la mayoría de las personas que llegaban a su tribunal eran gente común y trabajadora, luchando día a día por salir adelante.

Justicia con misericordia

A lo largo de los años, Caprio se ganó el corazón del público con su trato humano y empático. “Es muy simple: sólo me pongo en los zapatos de la persona que está frente a mí. La compasión es una cualidad muy, muy poderosa”.

Uno de los casos que más lo conmovieron fue el de un anciano de 96 años que recibió una multa por exceso de velocidad. “Me dijo: 'Conduzco despacio y sólo cuando es necesario. Estaba llevando a mi hijo a hacerse unos análisis de sangre'. Entonces le pregunté: '¿Cuántos años tiene su hijo?'. Y él respondió: 'Sesenta y tres'. Fue un momento inolvidable. Su amor y dedicación como padre eran conmovedores”.

También recuerda a una madre soltera que llegó a su tribunal con su hija pequeña. “Me dijo: 'Estoy haciendo todo lo posible, pero no puedo pagar esta multa'. Vi a la niña mirándome con preocupación y supe que tenía que ayudarla. No se trataba sólo de aplicar la ley, sino de ser justo en el verdadero sentido de la palabra”.

Una batalla contra el cáncer

Ahora, retirado desde 2023 y enfrentando la que posiblemente sea su prueba más difícil, Caprio no pierde la fe. “Nunca prejuzgué a nadie. Siempre traté de ser decente con todos”, afirmó. Su historia, marcada por la empatía y el servicio, sigue inspirando a millones y está plasmada en su libro “Compasión en la corte: Historias que cambiaron la vida del juez más amable de Estados Unidos”.

Sobre su diagnóstico, comenta: “Cuando me lo dijeron, mi primera reacción fue de incredulidad. Pero luego pensé: 'He vivido una vida llena de bendiciones'. No voy a permitir que esto defina mis últimos años”.

Hoy, el juez que llevó misericordia a la justicia pide algo a cambio: oraciones. “Sólo trato de ser fuerte. Estoy agradecido por todo el amor y apoyo que he recibido”. Y, con la misma humildad con la que guió su vida, concluye: “Tal vez sólo tuve un poco de suerte”.

Antes de terminar la entrevista, Caprio dejó un mensaje para todos aquellos que lo han seguido a lo largo de los años: “Si hay algo que quiero que recuerden de mí, es que todos merecemos un poco de compasión. En la vida, la bondad siempre encuentra su camino de regreso”.

En su libro, quiso también dejar un mensaje simple pero conciso: “Sé amable con los demás, sé lento para juzgar y muestra siempre misericordia”.