En el día de San Valentín, muchos países celebran el amor. Hoy recordamos al Venerable argentino Enrique Shaw, modelo de esposo, padre de familia y empresario católico, quien a lo largo de su vida intercambió 1.600 cartas de amor con su esposa, Cecilia Bunge.
Desde su juventud, el venerable Enrique Shaw y Cecilia Bunge soñaban con acompañarse y ayudarse en el crecimiento humano y espiritual. Tras dos años de novios, se casaron el 23 de octubre de 1943. Fruto de ese amor, el matrimonio tuvo nueve hijos.
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Su nieta, Sara Critto de Eiras, seleccionó fragmentos de las cartas de amor entre sus abuelos y los publicó en un libro titulado “Enrique y Cecilia: cartas de amor”. Allí se refleja el anhelo que ambos tenían de vivir una sola vida, compartida entre ellos y Dios.
En diálogo con Canal Orbe 21, la nieta y autora del libro recordó que “Enrique decía que buscando la voluntad de Dios, todo lo demás se da por añadidura, que lo que Dios quiere se expresa en los deberes habituales, en esas pequeñas cosas: en ser buen esposo, buen padre, buen hijo, buen profesional”.
Escribir ese libro, admitió Sara, “fue súper edificante para mí, para mi matrimonio. La verdad que [las cartas] son muy lindas, porque ellos se propusieron hacerse felices mutuamente”.
En sus cartas, señaló la nieta, “Enrique le decía a ella —que a veces se preocupaba por las cosas— que Dios quería que sea feliz, que viva feliz, sin preocupaciones. Y si ella era feliz, él también iba a serlo; y que tenían que tener ese coraje de ser felices sin complicaciones mentales, buscando vivir con esa fe, esperanza y caridad que él consideraba las virtudes más importantes del matrimonio. Son las virtudes teologales, pero él decía que eran las cardinales del matrimonio”, explicó.
Así lo mencionaba Enrique en una de sus cartas: “Nuestro matrimonio, gracias a Dios, tiene sus cimientos bien firmes en el amor de Dios, como así su estructura. Reflexionando sobre el tema, se me ha ocurrido que las tres ‘virtudes cardinales’ de un matrimonio, es decir, de las relaciones entre uno y otro cónyuge, basándose siempre, claro está, en ese cimiento firme del amor de Dios, son fe, esperanza y caridad entre uno y otro”.
Siendo aún novios, Enrique le escribía a Cecilia en una de sus cartas: “Todo el tiempo que otra gente emplea en pensar y dudar sobre la conducta del cónyuge, como nosotros, a Dios gracias, no tenemos esos problemas, debemos emplear en procurar hacer bien al prójimo o que otros conozcan al Dios a quien debemos tanto”.
Cecilia, por su parte, en una de sus cartas dedicaba un poema sobre el amor a Enrique:
Estar enamorada, es sentir un pájaro en el corazón.
Es vivir en un cielo de dos.
Es sentir el manto de la Virgen.
Es comprender al fin la comunión de las almas.
Es conocer el valor exacto de cada minuto.
Es querer atrapar el tiempo que revuela.
Es haber alcanzado la plenitud de la vida.
Es encontrar al ser perfecto que siempre se ha buscado.
Es reír sin motivo, y llorar por nada.
Es perdonar.
Es gozar en las pequeñas cosas de siempre, y borrar dificultades.
Es cerrar los ojos y verlo, mirar la luna y desearlo.
Es quererte Enrique y eso es todo.
A más de 80 años de su matrimonio, el amor inquebrantable entre Enrique y Cecilia continúa dando frutos. Este y otros libros sobre la vida y el testimonio de santidad del Venerable están disponibles en este enlace.
La estampa con la oración para rezar por la pronta beatificación de Enrique Shaw, en este enlace.