En una carta reciente a los obispos estadounidenses en la que expresó su preocupación por el “programa de deportaciones masivas” del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el Papa Francisco también pareció criticar el uso que hace el vicepresidente JD Vance del término católico “ordo amoris en el contexto del actual debate sobre la inmigración.

Vance, católico, había invocado en una entrevista a finales de enero un “concepto cristiano de la vieja escuela” que luego identificó como el “ordo amoris”, que según él enseña que la “compasión pertenece primero” a la propia familia y a los conciudadanos, “y luego después de eso” al resto del mundo.

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“Amas a tu familia, luego amas a tu prójimo, luego amas a tu comunidad, luego amas a tus conciudadanos en tu propio país, y luego de eso puedes concentrarte y priorizar el resto del mundo”, dijo Vance.

En una carta dirigida a los obispos estadounidenses sobre el tema de la migración, el Papa escribió el 10 de febrero que “un auténtico estado de derecho se verifica precisamente en el trato digno que merecen todas las personas, en especial, los más pobres y marginados”, lo que, dijo, “no obsta para promover la maduración  de una política que regule la migración ordenada y legal”.

“El amor cristiano no es una expansión concéntrica de intereses que poco a poco se amplían a otras personas y grupos”, escribió el Papa.

“Dicho de otro modo: ¡La persona humana no es un mero individuo, relativamente expansivo, con algunos sentimientos filantrópicos! La persona humana es un sujeto con dignidad que, a través de la relación constitutiva con todos, en especial con los más pobres, puede gradualmente madurar en su identidad y vocación”, continuó.

“El verdadero ordo amoris que es preciso promover, es el que descubrimos meditando constantemente en la parábola del “buen samaritano” (cf. Lc 10,25-37), es decir, meditando en el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”.

El Papa Francisco propuso en su carta que una “conciencia rectamente formada” no estaría de acuerdo con asociar el estado de indocumentados de algunos migrantes con la criminalidad, al mismo tiempo que afirmó el derecho de una nación a defenderse de las personas que han cometido crímenes violentos o graves.

“Dicho esto, el acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión”, continuó el Papa.

“Exhorto a todos los fieles de la Iglesia católica, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados. Con caridad y claridad todos estamos llamados a vivir en solidaridad y fraternidad, a construir puentes que nos acerquen cada vez más, a evitar muros de ignominia, y a aprender a dar la vida como Jesucristo la ofrendó, para la salvación de todos”.

¿Qué es el “ordo amoris”?

El ordo amoris, que a menudo se traduce como “amor correctamente ordenado”, es un principio bien establecido que se considera evidente tanto a través de la revelación como de la razón, dijo el sacerdote dominico Pius Pietrzyk a CNA —agencia en inglés de EWTN News— a principios de este mes. Dicho esto, si bien el concepto está bien establecido, su aplicación práctica puede ser compleja y puede haber desacuerdos legítimos sobre aspectos específicos.

San Agustín fue el primero en introducir el término, explicando que una persona que vive una vida justa y santa es aquella que dirige apropiadamente sus afectos: no amando lo que no debe ser amado, amando lo que debe ser amado y asegurando que se dé el grado apropiado de amor a cada cosa o persona.

Siglos después, Santo Tomás de Aquino se basó en la obra de Agustín y escribió que debe haber un “orden específico en las cosas amadas por caridad”. En este “ordo caritatis”, según Aquino, se debe amar a Dios en primer lugar, después a uno mismo y después al prójimo, con un afecto más intenso por aquellos con quienes se tiene una relación más estrecha, como la familia.

Si bien reconoce que ciertas relaciones conllevan obligaciones más inmediatas (por ejemplo, una persona casada tiene una mayor responsabilidad de cuidar de su cónyuge y sus hijos antes de atender las necesidades de los demás), el enfoque de Aquino requiere tener en cuenta ciertas dificultades situacionales y necesidades urgentes, especialmente la mayor necesidad de un individuo en el momento.

“Debemos otorgar preferentemente a cada uno aquellos beneficios que pertenecen a la materia en la que, hablando simplemente, está más estrechamente relacionado con nosotros”, escribe Tomás de Aquino en la Summa Theologica.

“Y, sin embargo, esto puede variar según las diversas exigencias de tiempo, lugar o asunto en cuestión: porque en ciertos casos uno debería, por ejemplo, socorrer a un extraño, en extrema necesidad, en lugar de a su propio padre, si no está en una necesidad tan urgente”.

“Un cierre del corazón”

La mención que hizo Vance del “ordo amoris” como defensa de las ampliamente criticadas políticas migratorias de Trump desató un debate mundial, en el que algunas figuras católicas criticaron la comprensión y el uso del concepto por parte del vicepresidente y otras, incluidos varios teólogos y filósofos católicos, expresaron su acuerdo y aprecio.

En un artículo publicado en el National Catholic Register, el comentarista P. Raymond de Souza opinó que el Papa Francisco, lejos de defender fronteras abiertas, condena más bien “un cierre del corazón a los inmigrantes, una denigración de su dignidad y la explotación política de su difícil situación”.

“El conflicto entre el Santo Padre y Vance probablemente tenga más que ver con el lenguaje que con la teología. Es difícil percibir en la retórica de Trump y Vance amor por los inmigrantes, ya sea que se haya ordenado debidamente o no. Francisco insiste en que incluso aquellos a quienes se les niega la entrada o son devueltos deben ser tratados con dignidad y encajar en el ordo amoris”, escribió el P. De Souza.

“La decisión de abordar los comentarios de Vance probablemente se deba a su acusación notablemente hostil de que los programas de refugiados de los obispos estadounidenses, bajo contrato con el gobierno de Estados Unidos, están motivados por un deseo de inflar ‘el resultado final’. El cardenal Timothy Dolan de Nueva York calificó esos comentarios de ‘indignantes’ y ‘muy desagradables’. Tampoco eran ciertos”, continuó el P. De Souza.

“El Santo Padre probablemente sintió la necesidad de expresar su solidaridad con los obispos estadounidenses”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.