El Primer Concilio Ecuménico, la reunión de obispos cristianos celebrada en el año 325 en Nicea (hoy İznik, en Turquía), sentó las bases para alcanzar el consenso dentro de la Iglesia a través de una asamblea que representara a toda la cristiandad.
Este evento marcó un momento clave en la historia del cristianismo, del que este año se cumplen 17 siglos, y en el que, entre otras decisiones, se estableció la forma de calcular la fecha de la Pascua.
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Sin embargo, a lo largo de los siglos, las modificaciones al calendario generaron discrepancias entre las Iglesias católica, protestante y ortodoxa, diferencias que aún persisten. Mientras que los católicos de rito latino siguen el calendario gregoriano, en Oriente se ha mantenido la tradición de calcular las fechas litúrgicas según el calendario juliano.
Las dificultades del cambio de calendario
“El proceso de cambio del calendario, que comenzó en 1582 con el Papa Gregorio y se completó en cierta medida en 1923 con la adopción del nuevo calendario por algunas Iglesias ortodoxas, no estuvo exento de dificultades”, explica en una entrevista con ACI Prensa Kostas Mygdalis, consultor de la Asamblea Interparlamentaria Ortodoxa (AIO).
“Provocó controversias entre los fieles y entre las Iglesias y las autoridades estatales, consolidando divisiones polarizadas entre ‘buenos’ y ‘malos’ cristianos, heréticos y fanáticos, que aún persisten”, añade.
Mygdalis es también una de las figuras clave del grupo de trabajo interconfesional Pasqua Together 2025, que busca promover la celebración común de la Pascua entre ortodoxos y católicos.
El Papa Francisco recibió en septiembre a los miembros de esta iniciativa ecuménica y expresó su deseo de acordar una fecha común para la celebración de la Pascua entre católicos y ortodoxos.

Curiosamente, este año ambas Pascuas —católica y ortodoxa— coinciden en la misma fecha, el 20 de abril, debido a la concordancia de los calendarios juliano (utilizado por los ortodoxos) y gregoriano (seguido por los católicos y otras confesiones cristianas).
Un paso hacia la unidad cristiana
Para Mygdalis, la celebración conjunta de la Pascua en 2025 no debe considerarse sólo un acuerdo de calendario, sino una oportunidad para colocar a Cristo en el centro de la fe cristiana.
“El tiempo ha llegado para hacer un llamado fuerte a las Iglesias para que unifiquen la fecha de Pascua”, afirma.
Además, destaca que el mensaje central debe ser la necesidad de unidad en el mundo: “El mundo necesita unidad. Una fecha común para la Pascua es un paso hacia esta unidad”.
Sin embargo, advierte que “las estructuras administrativas de las Iglesias, compuestas casi exclusivamente por clérigos, parecen reacias a abordar este tema, quizás por temor a generar nuevos extremismos y divisiones en un mundo que ya enfrenta múltiples desafíos”.
También señala que “el diálogo entre las Iglesias cristianas avanza tan lentamente que, para los fieles comunes, parece un proceso infructuoso”.
Para Mygdalis, el esfuerzo por celebrar juntos la Resurrección de Cristo debe formar parte de un “peregrinaje de reconciliación y unidad” que continuará más allá de 2025. Destaca que la importancia de la Resurrección no es sólo teológica, sino también existencial: “Sin la Resurrección, todo el sufrimiento del mundo es absurdo”.
Un mandato de unidad desde Nicea
“La celebración de la Pascua en una fecha común no sólo es necesaria, sino un mandato de unidad establecido por el Primer Concilio Ecuménico de Nicea, cuyo 1.700 aniversario conmemoramos este año”, subraya.
“A través de la iniciativa Pasqua Together 2025, buscamos exigir a las Iglesias que cumplan con lo establecido en el Concilio de Nicea: celebrar juntos la Resurrección de Cristo, el pilar de la fe cristiana. Es inaceptable que esta división continúe”, enfatiza.
Hacia el Jubileo de 2033
Más allá de la Pascua de 2025, también se mencionó la iniciativa JC2033, que propone un camino ecuménico hacia el año 2033, cuando se celebrarán 2.000 años de la Resurrección de Cristo. Se sugiere que la unificación de la fecha de Pascua en 2025 podría ser un primer paso hacia una mayor unidad en esa celebración histórica.