La pintura que Nikas Safronov realizó de la basílica de San José de Flores, en Buenos Aires, donde, a los 17 años, el joven Jorge Mario Bergoglio tomó la decisión de ingresar al seminario, fue determinante en la reunión que ambos mantuvieron el lunes en la Casa Santa Marta.
Según el artista ruso, el encuentro fue gestionado directamente por el propio Pontífice. “Sabía que yo tenía un cuadro de hace algunos años relacionado con Buenos Aires”, señala, refiriéndose a su obra sobre la iglesia argentina en la que el Santo Padre consagró su vida a Dios hace más de 70 años.
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El proceso creativo que impulsó su realización es sobrio. En 2020, durante un viaje de negocios a la capital argentina, Safronov descubrió la vinculación de la basílica con el Papa Francisco. Inspirado por ello, realizó un boceto y tomó una fotografía. Luego, una vez de regreso en Moscú, pintó la obra.
Durante el viaje de vuelta, pensó que quizás algún día tendría la oportunidad de encontrarse con el Pontífice para entregársela. “Y así fue exactamente como ocurrió”, comenta con una sonrisa.
La pintura permaneció en la Estación Espacial Internacional desde marzo hasta finales de septiembre de 2022, dando más de 3.000 vueltas alrededor de la Tierra. Safronov explica que tiene amigos astronautas que, en otras ocasiones, ya habían llevado algunas de sus obras al espacio. “No las llevan enmarcadas, sino simplemente enrolladas”, aclara.
Cuando le contaron al Papa Francisco que la pintura había estado en el espacio, “eso lo inspiró y motivó aún más”, asegura el artista.
Además de esta obra, Safronov también retrató al Pontífice vestido de blanco, con una bandada de palomas volando sobre el fondo del Vaticano.

Durante el encuentro, le entregó ambas pinturas, aunque considera que la primera fue la que más conmovió al Papa. “Se le humedecieron los ojos; lo sintió de verdad”, detalla.
La espiritualidad, clave en su vida
Durante la conversación, Safronov compartió algunas experiencias espirituales que han marcado su vida. “Hay cosas que operan en un nivel sutil. No podemos entenderlas, pero existen”, afirma.
En este sentido, recuerda un episodio en el que la esposa de uno de sus mejores amigos perdió una pequeña cruz que llevaba al cuello mientras estaban en una extensa playa.
“Recé a Nicolás el Maravilloso”—así se conoce en Rusia a San Nicolás, uno de los santos más venerados del país—“y le pedí ayuda. Cavé en la arena y encontré la cruz”, rememora.

Sin embargo, la mujer llegó a pensar que él la había escondido para sorprenderla. “Pero no fue así. Hay cosas que nos resultan difíciles de explicar. La espiritualidad, la religión y los milagros existen. Algunos de ellos son inesperados, divinos… una providencia”, destaca.
Nacido en 1956 en la ciudad rusa de Uliánovsk, a orillas del río Volga y a 705 kilómetros al este de Moscú, Safronov creció en el seno de una familia humilde. A los 16 años soñaba con el mar y los barcos, por lo que decidió mudarse a Odesa, un importante puerto del mar Negro, para matricularse en la escuela naval de Rusia.
Sin embargo, al cabo de un año descubrió que aquella no era su verdadera vocación. Decidió trasladarse a Rostov del Don para estudiar arte en la Escuela de Arte Grekov y, posteriormente, continuó su formación en el Instituto de Arte de Vilna, en la capital de Lituania.
Su carrera creativa despegó en 1978, cuando organizó su primera exposición individual en la ciudad lituana de Panevėžys.
Una familia con raíces católicas
Safronov es cristiano ortodoxo, pero revela que su madre, originaria de Lituania, era católica. “No había iglesia católica en Uliánovsk, a donde la llevó mi padre desde Sajalín, y terminó convirtiéndose al cristianismo ortodoxo”, explica.
El arraigo católico en su familia es profundo. Su abuelo y su bisabuelo fueron sacerdotes. “Varias generaciones de mi familia se dedicaron a propagar el catolicismo en Rusia desde 1668, curiosamente, desde Italia”, señala.
Entre sus antepasados también figura uno de los “fundadores espirituales” de Simbirsk, ciudad que más tarde se convirtió en Uliánovsk, su lugar de nacimiento.
“La espiritualidad siempre ha sido importante para mí, y mi padre quería que fuera sacerdote”, recuerda.

El Papa Francisco y su mensaje de unidad
El artista ruso afirma conocer bien “los sermones y discursos del Pontífice en los que aboga por la unidad”.
“Durante nuestro encuentro, me dijo que a través de la cultura se crean puentes invisibles. Que la política es política, pero la conexión entre los Estados y los pueblos se da a través del arte y la cultura”, relata.
Al visitar la Casa Santa Marta, la residencia del Papa en el Vaticano, Safronov se sorprendió por su sencillez. “Son apartamentos muy modestos para alguien tan importante”, considera.
Para él, esta simplicidad es una muestra más de que el Pontífice “aboga por la paz en el mundo y la unidad a través de la espiritualidad y la cultura”. “Dijo que sin cultura, no hay Estado”, enfatiza.
También reflexiona sobre cómo el arte trasciende fronteras. “Nosotros, los rusos, vemos películas italianas y americanas. Ellos ven las nuestras o de otros países”, señala. Sin ahondar en el tema, menciona que en el mundo actual hay intentos de politizar el arte, aunque considera que “el arte no debería ser político”.
Safronov es conocido, en parte, por sus retratos de figuras políticas como Bill Clinton, Vladimir Putin y Mijaíl Gorbachov. Sin embargo, afirma: “Un artista siempre está fuera de la política. Nunca he sido el artista de nadie, ni de este presidente ni de aquel, ni de nadie”.
Su talento también lo ha llevado a retratar a celebridades como Sophia Loren, Robert De Niro, Tina Turner, Elton John y el boxeador Mike Tyson. Sus obras se encuentran en museos prestigiosos y colecciones privadas de todo el mundo.
Galardonado con numerosos premios en su país, Safronov también ha recibido reconocimiento internacional. Desde 2006, es miembro de la Real Academia Internacional de Cultura, Educación y Artes de las Naciones Unidas. Además, ha sido distinguido con la medalla de oro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y con condecoraciones como la Orden Internacional de San Constantino el Grande, la Orden de San Estanislao y la Orden de Santa Ana de grado II.
Menos conocida es su faceta como pintor de temática religiosa. En la entrevista, reveló que financió la construcción de una iglesia católica en honor a su madre en Uliánovsk. “Recientemente envié allí un iconostasio que pinté yo mismo. También pinto iconos y hago encargos religiosos. Hemos creado 38 grandes iconos para templos”, señala.
Finalmente, Safronov destaca que el Papa Francisco es un apasionado de la literatura rusa. “Conoce muy bien a Tolstói y Dostoievski”, comenta.
Este no ha sido su primer encuentro con un Papa. En 1990, el artista recuerda haber conocido brevemente a San Juan Pablo II cuando participó en un evento benéfico contra la distrofia en África organizado por el Vaticano.
En esa ocasión, donó varias de sus pinturas para subastarlas, y lo que se recaudó fue destinado a ayudar a los necesitados en África.
Safronov cierra la entrevista con un deseo: “Espero que mis obras permitan a otros ver a Rusia desde una perspectiva diferente. En tiempos de división, necesitamos tender puentes”.