Una cirugía programada que se complicó, una oración pidiendo la intercesión de una religiosa italiana, y una curación inexplicable: tres momentos de una historia que hoy, diez años después, llevará a los altares a Vicenta María Poloni.
El pasado 27 de enero, el Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce un milagro atribuido a la intercesión de la Beata italiana Vicenta María Poloni, fundadora de las Hermanas de la Misericordia, a quien se le atribuye la curación inexplicable de la chilena Audelia Parra.
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A finales de 2013, en el Hospital Víctor Ríos Ruiz de la ciudad de Los Ángeles, Chile, la señora Audelia Parra, de 70 años, debía someterse a una cirugía programada para la extracción de cálculos en la vesícula.
El daño era irreversible
Era una intervención sencilla, pero se complicó cuando, durante una de las incisiones, se produjo una fisura en la arteria aorta, desencadenando un shock hemorrágico que puso en grave riesgo su vida.
Las posibilidades de recuperar a la paciente eran prácticamente nulas. Internada en la Unidad de Cuidados Intensivos y con riesgo vital, el daño era irreversible y su vida se estaba apagando.
Fue su nieto, Álvaro Martínez, que en aquel momento era seminarista en la Arquidiócesis de Concepción, quien encomendó la vida de su abuela a la intercesión de la Beata Vicenta María Poloni, fundadora de las Hermanas de la Misericordia de Verona, una congregación religiosa que tuvo presencia en Quilleco, el pueblo de 5.000 habitantes de donde es oriunda su familia, ubicado a unos 38 kilómetros de Los Ángeles.
En diálogo con ACI Prensa, el ahora sacerdote Álvaro Martínez explica que las Hermanas de la Misericordia de Verona llegaron a Quilleco a mediados de la década de 1990 y permanecieron allí durante casi 18 años. Durante su estancia, solían mencionar con frecuencia a la Madre Vicenta, una de las fundadoras de la Congregación.

Cadenas de oración por un milagro
Cuando la condición de su abuela se agravó, Martínez recordó un episodio de su adolescencia: en aquel entonces, una de las religiosas de la comunidad estaba en Italia recibiendo tratamiento por una grave enfermedad. “Una de las hermanas me dijo: ‘Todos los días le llevan la imagen de la Beata a su habitación para pedir un milagro, y ese milagro podría servir para la Causa de Canonización’”, relató.
Al agravarse la salud de su abuela, el joven recordó esa conversación, que había sucedido a sus 18 años. “Yo dije ya, vamos a hacer la oración a la Beata Vicenta María Poloni”, pensó, y le envió a su familia una fotografía y la oración para pedir su intercesión.
“Empecé a mandarle la foto a la familia, y un mensaje diciendo que rezáramos a la madre Vicenta María Poloni para que se diera el milagro. Y hacíamos cadenas de oración, ofrecíamos la Eucaristía, y la comunidad también se comenzó a unir, porque mi abuelita es conocida y bien querida en Quilleco”, repasa.

El cirujano “sabía que la paciente iba a morir”
“El panorama era lapidario”, relata el sacerdote. Luego de varios intentos fallidos de conseguir una prótesis en los sanatorios más cercanos, una enfermera se comunicó al teléfono personal del cirujano Luis Urrea, quien llegó a los Ángeles desde Concepción, a unos 120 kilómetros, manejando una motocicleta por una ruta alternativa y llevando consigo la prótesis para Audelia.
“Yo sabía que la paciente iba a morir. Esas palabras textuales me dijo él”, recuerda el nieto de Audelia.
La cirugía se prolongó durante varias horas. A la mañana siguiente, los médicos solicitaron a la familia la urgente donación de 50 unidades de sangre. “Fuimos ahí al banco de sangre, y ya estaba el ejército donando sangre. Porque cuando pasan estas cosas, llaman al ejército para que vayan a dar sangre”, relata Martínez. “Mi abuela casi desabasteció el banco de sangre”.
“Mi abuelita me escucha”: un regalo de Dios en Navidad
La primera cirugía fue el 17 de diciembre. Su nieto asegura que el primer “signo de vida” ocurrió el 25 de diciembre. “El día de Navidad, yo entro a verla, le hablo, le rezo y ella ahí botó una lágrima. Y yo dije: mi abuelita me escucha, y este fue un regalo de Dios en Navidad”.
“De aquí mi abuelita sale”, fue lo que pensó ese día su nieto. A partir de ahí vino su recuperación.
“En dos semanas le hicieron, según el expediente, cinco cirugías. Para mí fueron como siete”, detalla. “Casi día por medio la estaban operando”. Fueron varias las complicaciones, incluida una peritonitis, y Audelia estuvo internada un total de dos meses y medio.

“Creo que esto fue un milagro”
En junio, cuando Audelia ya había regresado a su hogar, el P. Martínez escribió a la Hermana Gabriela, una de las Hermanas de la Misericordia de Verona, quien ahora reside en Argentina y había estado rezando a la Madre Vicenta por la recuperación de su abuela. “Hermana, yo creo que esto fue un milagro porque... ¿Cómo salió de esta? No sé”, le dijo.
Fue la religiosa quien lo motivó a escribir a la Madre General y presentar la causa. Desde la congregación le pidieron un escrito detallado con fechas, y cómo fueron dándose los hechos. Una vez enviado, el caso fue tomado por el postulador, dando inicio formal al proceso de investigación del posible milagro.
El P. Tiziano Bonomi, quien acompaña a las Hermanas de la Misericordia en Verona, asumió la investigación del presunto milagro. Para ello, viajó en varias ocasiones a Chile con el propósito de recopilar información y testimonios.
“Un Dios que quiere entrar en tu historia”
Álvaro Martínez es hoy sacerdote, y con su historia da testimonio de la presencia de Dios entre nosotros: “Dios sigue vivo en medio nuestro y peregrinando en medio nuestro. Nosotros creemos y profesamos un Dios cercano, un Dios que viene a nosotros. No es un Dios lejano, sino un Dios que quiere entrar en tu historia”.
En esta historia de la que él fue testigo, asegura que “se hace viva su palabra, cuando él dice: ‘Pidan y se les dará, busquen y encontrarán’. Al haber pedido, se nos ha dado”, valora.
“Cuando nosotros pedimos por una sanación, siempre tenemos que acogernos a la voluntad de Dios, porque si no, nosotros nos aferramos a un querer nuestro y no a un querer de Dios”, aclara el P. Martínez.
“Muchas veces, cuando rezamos el Padre Nuestro, decimos: ‘hágase tu voluntad’, y en realidad yo quiero que se haga mi voluntad”, advierte. “Cuando recemos no tengamos miedo de acudir a la voluntad de Dios y que nuestra voluntad sea la de Dios”, aconseja.

“Si se obra el milagro es para mayor gloria de Él”
“Si el Señor hizo esto, este milagro —a la luz del Evangelio de San Juan en las bodas de Caná— es para que se manifieste su gloria y para que creamos en Él. No es porque a nosotros nos quiere como familia, o porque él tiene preferencia por alguno y no por otro”, aclara.
“No es que tenga un cariño preferencial por alguno o por otro, Dios a todos nos ama por igual. Tarde o temprano, vamos a morir igual. Pero lo importante es que aprendamos a acoger la voluntad de Dios y si se obra el milagro es para mayor gloria de Él, para mostrar Su poder, que está vivo en medio nuestro y para que creamos”.
Según las palabras de su nieto, hoy Audelia Parra, a sus 81 años, “está súper bien, radiante como el sol, con mucha energía, 2.0. Tiene una vitalidad enorme”, sigue trabajando su huerta, le encanta plantar o sembrar para después cosechar y darle a sus hijos, a sus nietos. Y tiene mucha devoción por la Hermana Vicenta María Poloni, a quien le está “muy agradecida”.
Abuela y nieto anhelan poder asistir a la ceremonia de canonización de la religiosa, cuya fecha aún no fue anunciada.