El 8 y 9 de febrero se celebró el Roma el Jubileo de las Fuerzas Armadas, Policía y Cuerpos de seguridad, que culminó con una Misa presidida por el Papa Francisco en la que participaron asociaciones y academias militares de todo el mundo.

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Durante todo el fin de semana, los miembros de las academias, militares, obispos castrenses, y capellanes desfilaron por la ancha avenida de via della Conciliazione para atravesar la Puerta Santa de la basílica de San Pedro del Vaticano.
Los diferentes uniformes aportaron el tinte de color en la fría y lluviosa Misa del domingo en la plaza de San Pedro, en la que el Santo Padre se vio obligado a ceder la lectura debido a una bronquitis que padece desde hace días y que le impide respirar con normalidad.




En la Misa, el Pontífice aplaudió la labor de los cuerpos de seguridad que arriesgan “sus propias vidas” para luchar contra la criminalidad, aunque también les pidió que estén atentos a “la tentación de cultivar un espíritu de guerra”.



Entre los asistentes se encontraba P. Marco Falcone, capellán militar de la Academia de Módena (Italia), cuyo testimonio ha sido recogido por Vatican News. En declaraciones al medio vaticano, explicó que su tarea consiste en aconsejar, sugerir y “caminar junto a los reclutas”.

También pasó por la Academia Naval Italiana y participó en rescates de migrantes frente a la isla de Lampedusa. De aquella experiencia destaca que, a pesar del sufrimiento, “los seres humanos siempre están dispuestos a acoger y a ayudar”.


La hermana Tosca Ferrante fue policía antes de descubrir su vocación como religiosa. Se incorporó al Cuerpo de Policía con tan sólo 19 años y, a los 25, ingresó en la congregación Hermanas Apostolinas de Castel Gandolfo, a las afueras de Roma. Ahora es Superiora General y, entre otras labores, coordina el Servicio de Protección de Menores de las diócesis de la Toscana y el servicio diocesano de Pisa.
En entrevista con Avvenire, la religiosa subrayó que, para que el servicio en la policía de esperanza y confianza a los demás, “es necesario entrar en una dimensión de servicio y no de poder”.

“El uniforme, la pistola, la porra representan sin duda el poder, y éste constituye una tentación siempre presente, a la que se responde poniéndose al servicio de los demás”, añadió.
“Llevar uniforme es una oportunidad de dar esperanza a quienes se sienten más frágiles y a quienes se encuentran en una situación que puede poner en peligro su futuro, tal vez impidiéndoles realizar actos que atentan contra la dignidad de las personas".


"Incluso una detención, para alguien, puede traer consigo la esperanza de una vida mejor más adelante. Puede convertirse en un momento salvador”, señaló la religiosa y ex policía al diario italiano.