La Conferencia Episcopal de Costa Rica (Cecor) hizo un llamado urgente a las autoridades para que “redoblen sus esfuerzos en erradicar esa lacra” de violencia que afecta al país y pidió la implementación de políticas públicas que aborden las raíces del problema.

El país enfrenta un momento de gran tensión debido al aumento de homicidios y crímenes violentos, muchos de ellos atribuidos por el gobierno a enfrentamientos entre bandas delictivas.

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El pasado 3 de enero, Randall Zúñiga López, director general del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) —dependiente de la Corte Suprema de Justicia—, informó en rueda de prensa que Costa Rica registró “el segundo año más alto en lo que son homicidios” en su historia reciente.

Según Zúñiga López, los asesinatos han aumentado considerablemente: “pasamos de estar en una media de 585, 580 de homicidios a subir a 654 y posteriormente, en 2023, a 905. Este año ya llevamos 880”, precisó. Además, destacó que “prácticamente el 80% de los homicidios fueron con arma de fuego”.

En este contexto, el Episcopado manifestó en un comunicado “su dolor y consternación ante tantas muertes violentas” ocurridas en el país, en especial por el reciente asesinato de Geiner Zamora, subjefe del OIJ, quien, de acuerdo a las autoridades, investigaba a un grupo criminal.

Los obispos condenaron la violencia y enfatizaron que “especialmente aquel que arrebata la vida de quienes dedican sus esfuerzos a proteger y servir a la comunidad, es un atentado contra la dignidad humana y contra el plan de amor que Dios tiene para cada uno de nosotros”.

“Estas tragedias nos recuerdan la urgencia de trabajar juntos por la paz, la justicia y la reconciliación. No podemos permitir que el miedo, la indiferencia o la impunidad se instalen en nuestro corazón”, señaló el mensaje.

Los obispos también invitaron a la población a unirse en oración “por el eterno descanso de tantos hermanos nuestros que han sufrido muertes violentas y a orar también por sus familias que sufren su separación repentina”. Asimismo, hicieron un llamado a transformar el dolor en un compromiso renovado con la justicia y la seguridad, basado en la solidaridad y el respeto a la vida.

En su mensaje, la Cecor subrayó que la seguridad no depende únicamente de medidas coercitivas, sino que debe complementarse “con educación, oportunidades y una cultura del encuentro que valore la vida por encima de todo”, bajo la protección de la Virgen María.