Mons. Héctor Mario Pérez, consiliario de la iniciativa His Way at Work, ha explicado a un grupo de 74 empresarios españoles en qué consiste la consagración de sus compañías al Sagrado Corazón de Jesús que van a preparar durante 40 días.
En un encuentro a través de Internet, el también Obispo Auxiliar de la Archidiócesis Primada de México y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, expuso al inicio de su intervención que “la consagración no es para que Él nos ame” sino para “que nos demos cuenta o valoremos más el amor que nos regaló y que empecemos a dar testimonio y frutos de lo que Él ya sembró en nosotros”.
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En la aproximación a ese momento decisivo que llevará a la transformación de las empresas consagradas, Mons. Pérez detalló cinco pasos necesarios que deben operarse en sus dueños y directivos.
Ponernos en los zapatos de Jesús
El primero es reconocer la paternidad de Dios y “ponernos en los zapatos de Jesús” para comprender que “para Jesús la misión del Padre era más importante que Él mismo”.
Así, poco a poco, el emprendedor comprende “que lo que Dios quiere para nosotros es lo mejor para este mundo. Por eso en la experiencia cristiana lo primero que tenemos que reconocer es: Dios es mi padre, queme ama incondicionalmente, inmerecidamente” y, a partir de ahí, desear que su voluntad “también brille en mi empresa”.
Colocando a Dios en el centro de la empresa como “voluntad iniciadora” se transforma el sentido de la compañía: “Me ha dado el talento que yo he de desarrollar y tendré que aplicar toda mi fuerza, mi pasión, mi inteligencia y mi libertad. Y arriesgaré y lucharé porque este don crezca. Pero no puedo hacer crecer algo que no me fue dado primero”, especificó.
Servir como Jesús
Mons. Pérez invitó a los empresarios a dar el paso de servir como Jesús, lo que implica transformar la forma de ver el mundo y a las personas: “Miren lo que hay en el corazón del hombre. Él miraba en las personas no lo que hacían, sino lo que eran”, animó el prelado.
“Así Jesús nos invita a mirarnos unos a otros, a nuestros colaboradores, a nuestros proveedores e incluso a nuestra competencia como lo que somos: hijos de un mismo Padre y hermanos entre nosotros”, insistió.
Sentir con Jesús
La tercera etapa camino a la consagración empresarial al Sagrado Corazón de Jesús supone tener sus mismos sentimientos de generosidad que consiste en “corresponder a lo que el Padre me ha dado. ¿Por qué? Porque lo que me han dado es mucho más de lo que yo he merecido”.
“Dios no sólo nos ha dado lo justo, Dios ha sido generoso con nosotros, ha sido misericordioso con nosotros”, añadió el prelado mexicano antes de expresar que “Dios es fiel porque es misericordioso. Va más allá de la justicia y nos ama con generosidad”.
Sentir con Jesús significa no sólo servir como él, sino ser capaz de compadecerse y actuar desde la compasión “que no es lástima, que es una acción misericordiosa que lleva al amor generoso”.
“Cuando empiezo a sentir como Jesús se me empiezan a ocurrir cosas que me van a meter en problemas”, advirtió Mons. Pérez.
Conocer la voluntad del Padre
Completadas estas tres estaciones, el empresario católico que prepara la consagración a Jesús, debe sumergirse en la intimidad con el Señor, que va más allá del mero hecho de rezar y pedir.
“No es lo mismo la oración que dialoga con el Padre, deseoso de escuchar lo que el Padre quiere decir, a la oración de aquél que simplemente es un monólogo, en el que va a poner en una oficina de peticiones lo que necesito para ser feliz”, expresó.
Cuando se busca en la oración la intimidad en el corazón “vamos apasionándonos porque la voluntad del padre se vaya realizando en nosotros. Los valores del Reino van calando en nosotros y no son sólo un proyecto más en la empresa, o una estrategia, sino una opción de vida”.
El prelado añadió que esto implica “comprender la voluntad del Padre y atrevernos a obedecerlo, en las buenas y en las malas”.
En este sentido expuso que descubrir la voluntad de Dios en la empresa implica asumir que el beneficio, la utilidad, es necesaria, pero no es el fin último.
“Cuando entendemos que la empresa es una excusa para que yo pueda mostrar el amor del Padre que tiene por todas estas personas que Dios pone en mi camino, entonces la vida toma otro sentido”, enfatizó.
Esto tiene “una trascendencia que jamás ni el dinero, ni el mercado, ni la fama, ni el éxito me va a dar. Tener la paz interior de que lo que estoy haciendo no solamente trae riqueza a este mundo, sino que trae la verdadera riqueza que es el amor del Padre”.
Vivir en el Corazón de Jesús
Este recorrido debe desembocar en la actitud definitiva para la consagración empresarial al Corazón de Cristo.
“Consagrarnos a ese Corazón amoroso, que se quitó del centro, que puso la pasión del Padre porque el mundo viva en el centro de su corazón y que dio su vida por Él. Ese es el corazón que nos dice: Ven. Quiero que existas en mí”, expuso el prelado.
Se trata de que el empresario se haga parte del Corazón de Jesús y observe la realidad desde ahí. “Eso no es poco decir y nadie llega ahí si Jesús no lo invitó. Esto es súper importante: nadie llega a la consagración por voluntad propia”, subrayó.
La consagración, añadió Mons. Pérez, debe llevar al empresario a reconocerse en Jesús crucificado que dice “Padre, no puedo más. En tus manos encomiendo mi obra”.
El obispo añadió que el periodo de 40 días no será suficiente para asumir este camino, pero ahí comenzará un itinerario que les llevará “a lo largo de toda su vida hasta que se abandonen completamente en él. Y que puedan decir con Jesús: Señor, no es mi obra, es tu obra. No es mi vida, es tu vida. No es mi misión, es tu misión”.
En su disertación, el consiliario de His Way at Work añadió que “consagrar una empresa de los mandos medios para abajo es una locura. Dios quiere a cada uno de ustedes como cabezas de sus empresas, se convenzan de que toda su empresa es un don de Dios y una misión para este mundo”.
El prelado animó a los empresarios a considerar que en el origen de sus quehaceres hay un gran arquitecto que es Dios “que desde el principio puso esa inquietud en ustedes: esa inteligencia, esa sabiduría, ese arrojo, esa libertad, esa chispa de creatividad”.
Desde el testimonio personal, Mons. Pérez añadió que es testigo de que “cuando te consagras al Sagrado Corazón de Jesús, el que no te suelta es Él” y reiteró que la consagración conlleva complicaciones “porque ahora no solamente tendrán que estar preocupados por producir dinero, sino por producir el valor eterno para el cual fueron creadas sus empresas”.
“La misión de la empresa, no es la empresa. La empresa es la excusa. La misión es el amor del Padre que quiere ser manifestado a través de todo el ejercicio empresarial. ¿Estarían ustedes dispuestos a creer en esto?”, inquirió a los empresarios
“Se están acercando al mejor socio, al mejor compañero de trabajo y de vida, Aquel que nos enseña en verdad cuál es la verdadera misión para la cual fuimos creados, que no somos nosotros sino el amor del Padre vivido en este mundo”, concluyó.