El Papa Francisco pidió a los seminaristas de Valencia que se entreguen a la “gente rota” con la que se vayan encontrando por los efectos de las lluvias torrenciales del pasado 29 de octubre que dejaron 227 fallecidos, 219 de ellos en esa comunidad autónoma de España.

“Ser sacerdote es ser otro Cristo, es hacerse barro en el llanto del pueblo, y cuando vean a la gente rota, porque en Valencia hay gente rota, que ha perdido la vida a pedazos, repártanles ustedes trozos, pedazos, de ustedes mismos, como Cristo lo hace en la Eucaristía”, les animó el Santo Padre.

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“Por favor, dense gratis, porque todo lo que tienen lo han recibido gratis, no se olviden de la gratuidad”, agregó durante el encuentro con un extenso grupo de formadores y seminaristas de las diócesis españolas de Valencia, Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón, Mallorca e Ibiza. 

El Papa Francisco llega en silla de ruedas a la audiencia con los seminaristas de Valencia esta mañana en el Vaticano. Crédito: Vatican Media
El Papa Francisco llega en silla de ruedas a la audiencia con los seminaristas de Valencia esta mañana en el Vaticano. Crédito: Vatican Media


Desde la Sala Clementina del Vaticano, el Pontífice les instó específicamente a no “tomar a la ligera el sufrimiento de las personas e intentar consolarlas con frases de circunstancias y buenismo”.

El Papa Francisco pidió a los seminaristas de Valencia que se entreguen a la “gente rota”. Crédito: Vatican Medi
El Papa Francisco pidió a los seminaristas de Valencia que se entreguen a la “gente rota”. Crédito: Vatican Medi

De este modo, insistió -–como ya ha hecho en otras ocasiones– en que la “esperanza” no es “optimismo”. Y agregó: “El optimismo es una expresión light, la esperanza es otra cosa”.

Sobre esto, dejó claro que la esperanza católica nace de Jesús, Dios hecho carne “que no ha sentido asco de nuestro barro y que, en vez de salvarnos del barro, se ha hecho barro por nosotros”.

El Papa Francisco arrancó su discurso admitiendo su dificultad para expresarles sus sentimientos, “pensando en las Navidades seguramente atípicas con esa vivencia de que ‘Dios se ha hecho barro’ en ustedes”.

A su vez, subrayó que la DANA no es “un fenómeno atípico que simplemente esperamos no vuelva a suceder”. 

En este sentido, destacó que este fenómeno meteorológico devastador “es la extrapolación de lo que vive cada ser humano que se enfrenta a una pérdida y se siente solo, desubicado, necesitado de apoyo para poder continuar”.

No obstante, el Papa Francisco señaló que el dolor y el luto que  derivan de esta experiencia traumática, a pesar de su dureza, “nos abre a la esperanza pues, obligándonos a tocar fondo y a dejar atrás todo lo que parecía sostenernos, nos permite ir más allá”.

Con todo, advirtió  de que esto no es algo que “podamos hacer solos”, debido a que “es una oscuridad inmensa la que ustedes han vivido y están viviendo”. 

A continuación, el Santo Padre rindió homenaje a las personas voluntarias que se involucraron en la ayuda a los damnificados: “Pienso en la ayuda desinteresada de tantas personas, los ojos llenos de entrega de la gente, han sido capaces de iluminarnos con la ternura de Dios”.

Desde que sucedieron las inundaciones, el Papa Francisco ha estado pendiente de los acontecimientos. Su manera de volcarse con las víctimas de España ha tenido diferentes rostros: en textos de condolencia, en videomensajes, en sus palabras ante los fieles en el Ángelus dominical, situando ante sí, en la Plaza de San Pedro, a la Virgen de los Desamparados, la patrona valenciana y nombrando a dos obispos auxiliares en medio de la tragedia.

Incluso, el 15 de noviembre, envió en su nombre a la zona cero de la tragedia, al Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Cardenal jesuita Michael Czerny