El Papa Francisco alentó a construir con esperanza “una nueva civilización del amor”, en su mensaje enviado a los participantes de la VI conferencia internacional “Por el Equilibrio del Mundo” que se realiza en La Habana (Cuba) del 28 al 31 de enero.
Tras recordar que ha convocado el Jubileo de la Esperanza 2025, el Santo Padre resalta en su mensaje que “la esperanza se revela como un valor muy adecuado para este foro que celebran en La Habana, pues, gracias a su aspiración de ser abierto, plural y multidisciplinar, tiene la capacidad de asomarse a las razones que mueven el corazón del hombre de hoy”.
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Según señala su sitio web, la conferencia está abierta “a todas las personas de buena voluntad movidas por la defensa de la justicia social, del desarrollo con equidad, del diálogo, de la paz, de los hermosos sentimientos de solidaridad y por el deseo de edificar un mundo mejor”.
Luego de precisar que la esperanza cristiana brota de Jesucristo, el Papa Francisco resalta que “nuestra ‘esperanza nace del amor y se funda en el amor’. Un amor que nos llama a construir, sobre las ruinas que nosotros dejamos en este mundo con nuestro pecado, una nueva civilización del amor, para que en medio del desastre que ha dejado el mal, todos colaboremos en la reconstrucción del bien y la belleza”.
Tras resaltar la importancia de vivir la esperanza ante el mal, la violencia, la guerra, el desempleo y la incertidumbre del futuro, el Santo Padre animó iniciativas que les devuelvan a las personas “la confianza en sí mismas y en la sociedad”.
“Los pobres y los enfermos, los jóvenes y los ancianos, los migrantes y los desplazados, incluso los privados de libertad, deben estar en el centro de nuestras consideraciones, para que nadie quede excluido y todos vean respetada su dignidad humana”, subrayó.
“Del mismo modo, los voluntarios y profesionales que trabajan en estos ámbitos, para que tengan siempre los medios adecuados para llevar ese aliento en nombre de toda la humanidad”, agregó.
El Papa Francisco recordó la importancia de reconocer en cada persona, también fuera del ámbito de la fe, “la imagen de Dios, llamados a ser hermanos y a formar parte de la familia humana y de la familia de los hijos de Dios”.
Para concluir, el Santo Padre alentó a construir también “la esperanza en ese equilibrio que busca que todos tengan lo necesario, enseñándonos a compartir con el pobre, y a abrirnos con generosa acogida al otro, de manera que sepamos contribuir con lo que somos y tenemos al bien común”.