El Arzobispo de Valladolid, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, aseguró que los diversos aspectos del cristianismo no solo no constituyen un obstáculo para el verdadero progreso y la libertad del individuo sino que, incluso, “es muy bueno que se vivan en nuestra sociedad”.
En su carta pastoral “Es buena nuestra fe”, el Arzobispo mostró “cómo tantos y tantos aspectos del cristianismo no son obstáculo para el verdadero progreso y la libertad del individuo y que es muy bueno que se vivan en nuestra sociedad”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En su misiva, Mons. Rodríguez Plaza lamentó que “ante actitudes beligerantes contra nuestra fe porque nos oponemos, por ejemplo, a la eutanasia, al divorcio “exprés”, al aborto libre o a que la relación afectiva entre personas del mismo sexo sea declarada matrimonio, algunos creyentes, por respetos humanos o complejo de inferioridad, se replieguen en sus creencias y no aporten a la sociedad tantos valores como su fe puede aportar a la vida personal y social”.
Como muestra, Mons. Rodríguez Plaza delató la trampa de encierra la película pro eutanasia Mar Adentro porque “para el cristianismo la persona no es simplemente un individuo, cuyo valor esté supeditado a los intereses de una colectividad”, ni tampoco es “un ser cuyo único Dios es su conciencia, lo que hiciera al hombre más libre y más humano. No”.
La persona, continuó el Arzobispo, “no es una simple pieza para la producción”, “ni es un posible “voto”, ni un cliente potencial, al que hay que tratar de vender”. De la misma manera negó que la persona sea “un medio” y afirmó su condición de “fin en sí misma”. “La persona es la única criatura que existe en sí y para sí. Por eso, nos parece absolutamente burgués el concepto de libertad y de autonomía personal casi sin límites, sin normas morales ni legales”, que muestra el filme.
Tras reafirmar que la vida no es un derecho sino un don, el Prelado criticó que se pretenda cortarla en aras de una “libertad burguesa, romántica y muy peligrosa”. “¿Qué pasará si alguien con poder decide que esta vida no merece la pena ser vivida? Eso ya ha ocurrido en un pasado no tan lejano”.
“No estoy animando al llamado encarnizamiento terapéutico; estoy diciendo que para el cristianismo y los que tienen a los seres humanos como personas con una dignidad inviolable, los hombres y las mujeres, enfermos o sanos, mayores y niños, no son masa anónima, ni individuos que no estén sometidos a ningún límite moral o legal; para los creyentes, además, somos hijos de Dios, amados y queridos, y hermanos entre nosotros.
“No os calléis, pues, cuando el morir de otros no se entiende y se hacen reflexiones con trampas sobre la eutanasia, aunque vengan envueltas en la magia del cine y nos presenten las cosas en soportes en el fondo ideológicos”, concluyó el Arzobispo de Valladolid.