Cuando Peter y Jackie Halpin y sus seis hijos adultos y algunos de sus cónyuges aparecieron en el lugar de la casa familiar en el norte del condado de Los Ángeles el jueves por la mañana, no quedaba casi nada.

Uno de los incendios forestales de California lo destruyó, dejando sólo los cimientos, escombros y estatuas de concreto quemadas de Nuestra Señora de Guadalupe y San José.

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Dijeron una oración junto a la estatua de María, una versión de la consagración diaria al Sagrado Corazón de Jesús. Luego alguien dijo que debían cantar algo. ¿Pero qué?

Peter terminó la conversación con una entonación, marcando el tono con cuatro notas que subían por la escala: “La – la – la – laaaaa”. Todos en la familia saben lo que eso significa: Regina Caeli, un himno latino del siglo XII a María que la madre de Peter enseñó a sus nueve hijos.

Los padres Halpin, sus seis hijos y al menos cuatro cónyuges (en total, una docena de personas) la cantaron inmediatamente en armonía.

Un amigo de la familia grabó un video del canto. Alguien lo publicó en Internet y captó la atención de miles de personas.

Andrew Halpin, de 36 años, el cuarto de los seis hijos de Peter y Jackie (tres niños y tres niñas), describió al National Catholic Register el jueves por la noche cómo se sintió durante la oración familiar.

“Pensé: ‘Quiero ser fuerte por mi gente en este momento’, por mis padres. Y cuando empezamos a cantar, sentí que todos estábamos siendo fuertes por los demás”, dijo Halpin en una entrevista telefónica.

“Ya me siento muy bien porque pudimos estar allí juntos como familia y pudimos unirnos a través de esta canción que significa tanto para nuestra familia”, dijo.

La interpretación de Regina Caeli de los Halpins —una armonía de varias partes aparentemente sin esfuerzo, con volumen y varios tonos— llevó a Andrew a plantearse una pregunta: ¿Cómo lo hicieron?

“Somos una familia muy musical. Nos inculcaron ese gusto desde el primer día”, dijo Andrew, un compositor que tiene esposa y una hija pequeña.

Cuando eran niños, Andrew y sus hermanos participaban en un coro dirigido por un maestro de coro experimentado como parte de un grupo de home schooling católico. Todos ellos tocaban instrumentos musicales desde muy pequeños. En la actualidad, también se presentan ocasionalmente en público en una banda familiar llamada The Haypenny Pigs.

“Después de nuestra fe, es una de las cosas que más cohesiona a mi familia”, dijo. “Nunca ha habido un momento alegre o triste en el que la música no tenga un papel que desempeñar”.

Un hogar lleno de música

Los Halpin se mudaron a la casa, un bungalow artesanal en Altadena, en 1988. Era amarilla y tenía tres habitaciones y un baño. Los niños compartían una habitación y las niñas otra. Hace unas dos décadas, sus padres añadieron un dormitorio principal con otro baño, dijo Andrew.

El momento del jueves por la mañana fue triste, incluso devastador.

Sus padres perdieron su casa, donde crecieron todos los niños. Una de sus hermanas y su hija perdieron su casa, que estaba en la parte trasera de la misma propiedad.

Pero esto no ha quebrantado su fe, dijo.

“Tenemos que entregarle todo a Dios. Y si eso significa nuestro hogar en este momento, elegimos confiar en que estamos en la palma de su mano”, dijo Andrew al Register.

Antes de evacuar, los padres de Andrew, que tienen poco más de 60 años, lograron salvar 40 años de álbumes de fotografías familiares y algunos documentos esenciales. Pero la colección genealógica de Jackie, incluidas las fotos familiares antiguas, desapareció. Al igual que casi todo lo demás que había en la casa.

“Estás parado sobre las cenizas de tu infancia, en realidad de tu vida”, dijo Andrew. “Pero estás vivo”.

Peter es un contratista que dirige un negocio de concreto. Perdió un camión de trabajo en el incendio, además de su casa.

Una página de GoFundMe para Peter y Jackie Halpin había recaudado más de 60.000 dólares hasta la madrugada del viernes.

Mientras tanto, la familia intenta destacar lo positivo.

“Lo que me gustaría que la gente sacara de esta tristeza, de esta tragedia, es que podamos extraer alegría de ella. Podemos infundir amor”, dijo Andrew.

A lo largo de los años, el patio trasero de la casa familiar ha sido escenario de muchas fiestas para familiares y amigos, con música en vivo.

“Sería difícil encontrar una fiesta en la vieja casa amarilla que no terminara con una sesión de improvisación”, dijo.

Andrew dijo que su padre decidió incluso antes de casarse que quería organizar muchas fiestas de ese tipo.

“Él quería crear un lugar donde su familia y amigos pudieran celebrar y olvidar sus preocupaciones”, dijo Andrew.

“Este era el hogar de algo más que de nosotros. Y es difícil dejarlo atrás”, dijo.

“La gente conoce esa casa como un lugar de fe, un lugar de compañerismo, comunidad y música”, dijo Andrew. “Les aseguro que cuando reconstruyamos, volverá a haber música allí”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.