Con una multitudinaria asistencia la Arquidiócesis de Concepción, Chile, realizó la consagración de la Ciudad de Concepción a la Virgen María el domingo 26 de septiembre por la tarde.
El acto tuvo lugar durante la Eucaristía que se celebró después de la procesión de la Virgen del Carmen, en el día de oración por Chile.
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Más de tres mil personas colmaron la Catedral; entre ellas el Gobernador Germán Acuña, y la Alcaldesa, Jacqueline Van Rysselberghe, ambos católicos comprometidos.
Se hicieron presentes también delegaciones de las Fuerzas Armadas y del Orden, de Colegios, Universidades, Parroquias y Movimientos Apostólicos.
Después de la proclamación del Evangelio, el Obispo auxiliar, Mons. Felipe Bacarreza leyó el mensaje del Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado de Su Santidad, a través del cual el Santo Padre impartió, “con particular afecto la Bendición Apostólica, que extiende complacido a todos los sacerdotes, religiosos y laicos diocesanos, especialmente a los de las parroquias, capillas y comunidades acogidas bajo el patrocinio de la Inmaculada”.
Luego de la homilía del Arzobispo, Mons. Antonio Moreno C., todos los asistentes rezaron la oración de consagración de la ciudad:
“Al celebrar los 150 años de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de María, porque Concepción tiene un nombre que le da una misión, queremos consagrar esta ciudad, a la que sus fundadores y los primeros misioneros dieron el nombre de la Santísima Concepción, a la Virgen María, la Inmaculada Concepción.
Como ellos, también nosotros queremos unir de esta manera para siempre el nombre de esta ciudad con el recuerdo de la Virgen María y ponerla una vez más bajo su maternal protección.
Concepción, nuestra ciudad y capital de la VIII Región del Bío Bío, debe proclamar con su nombre y su vida el misterio de María, que es el destino del hombre y de la humanidad.
Nos comprometemos por ello a servir a todo hombre y mujer, niño, joven adulto y anciano, sanos y enfermos, los por nacer y los moribundos, estudiantes, trabajadores, profesionales, artistas, intelectuales, hombres de armas, políticos, empresarios, para que cada uno todos como comunidad de hermanos vivamos según el plan de Dios, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo, que pasó haciendo el bien”.