El Arzobispo de Sevilla, Cardenal Carlos Amigo Vallejo, señaló que así como la Iglesia "tiene que ser consciente de la aconfesionalidad del Estado”, éste debe serlo “de la confesionalidad de la sociedad a la que debe servir".
Desde Valladolid, donde ofreció la conferencia "Religión y religiones en un estado aconfesional", el Purpurado tomó el texto constitucional para recordar que "un estado aconfesional debe amparar positivamente a una sociedad que es mayoritariamente confesional y garantizar el ejercicio de sus derechos y libertades".
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En su ponencia, correspondiente al Foro Castilla y León Tercer Milenio, el Cardenal Amigo precisó que la Constitución garantiza la libertad religiosa y España es "un Estado sin religión oficial, pero que asegura a los ciudadanos no sólo poder elegir libremente la confesión religiosa que deseen, sino poder vivirla sin que por ello tengan que soportar discriminación alguna".
También precisó que "el Estado laico no debe ser un perseguidor de la religión" y "lo parecería si no ofreciera los instrumentos legales y los medios necesarios que garanticen el ejercicio de ese derecho. Mucho peor sería que esos mismos poderes públicos impusieran el laicismo casi como religión obligada y sustitutoria desde los rígidos criterios de un fundamentalismo laicista”.