Durante sus nueve años de mandato como primer ministro canadiense, Justin Trudeau ha defendido causas que contradicen directamente las enseñanzas católicas fundamentales con respecto a la vida humana y ha emprendido otras acciones que han perjudicado a la Iglesia local.

Sin embargo, su larga racha de políticas perjudiciales parece estar llegando a su fin. Las encuestas muestran que su Partido Liberal se enfrenta a vientos en contra casi insuperables en las próximas elecciones, por lo que el líder católico anunció su dimisión como líder del partido el lunes, dejando un legado marcado por su inconfundible oposición a las enseñanzas y prioridades católicas. En particular, sus políticas y su defensa del derecho al aborto y a la eutanasia han convertido a Canadá en un líder mundial en la cultura de la muerte. Además, su papel en la perpetuación de la narrativa de las “fosas comunes” de Canadá, que incluye afirmaciones infundadas de que cientos de niños indígenas habían sido enterrados de forma encubierta en escuelas residenciales católicas, dio lugar a un aumento de los crímenes de odio contra católicos y a una serie de incendios de iglesias.

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Trudeau, de 53 años, permanecerá como primer ministro hasta que el Partido Liberal seleccione un nuevo líder, lo que debe ocurrir antes de la revocatoria del Parlamento del 24 de marzo.

Los líderes de la Iglesia se opusieron firmemente a algunas de estas acciones, en particular con respecto a la introducción por parte de su gobierno del programa de Asistencia Médica para Morir (MAID, por sus siglas en inglés).

“El sufrimiento y la muerte son realmente aterradores y el instinto de acobardarse ante el dolor es universal. Pero la eutanasia y el suicidio asistido no son la respuesta”, escribió el arzobispo Richard Gagnon de Winnipeg, Manitoba, en una carta de 2020 a Trudeau en relación con la iniciativa del gobierno de ampliar aún más el suicidio médicamente asistido. “En este punto de la historia de Canadá, deberíamos preguntarnos, con integridad y honestidad, qué tipo de cultura estamos dejando a las generaciones futuras”.

Cultura de muerte

Tras una decisión de 2015 de la Corte Suprema de Canadá que dictaminó que las leyes existentes que prohibían la muerte asistida eran inconstitucionales, la MAID fue aprobada en 2016 por el Parlamento canadiense con el pleno apoyo de Trudeau.

“Hay gente que piensa que deberíamos haber ido más allá con este proyecto de ley; hay gente que piensa que ya hemos ido demasiado lejos”, dijo Trudeau sobre la aprobación del proyecto de ley en 2016. “Hacer de este primer paso uno responsable, uno prudente, que logre el equilibrio entre proteger a los canadienses vulnerables y defender los derechos y libertades es en lo que nos hemos enfocado, y estoy seguro de que hemos logrado ese equilibrio”.

¿Hasta qué punto el proyecto de ley avanzó en la práctica del suicidio médicamente asistido? Entre 2016 y 2022, el número de casos se disparó, aumentando cada año una media del 31%. En 2021, la MAID se amplió para incluir a personas con enfermedades incurables, aunque no terminales.

En 2023, el suicidio asistido médicamente representó una de cada 20 muertes en Canadá. Los planes para ampliar el programa MAID para incluir a las personas que padecen enfermedades mentales se han pospuesto porque, según el ministro de Salud, Mark Holland, el sistema de salud canadiense no estaba listo para dar el salto.

“El sistema tiene que estar listo y tenemos que hacerlo bien”, dijo Holland a los periodistas. “De las conversaciones que hemos tenido se desprende claramente que el sistema no está listo y necesitamos más tiempo”.

El líder conservador Pierre Poilievre, cuyo partido está muy por delante de los liberales gobernantes en las actuales encuestas de opinión pública, ha encabezado la oposición a este último intento de ampliar la MAID.

“Tras ocho años de Justin Trudeau, todo parece estar roto y la gente se siente destrozada. Por eso muchos sufren depresión y están perdiendo la esperanza”, dijo Poilievre recientemente a los periodistas. “Nuestro trabajo es convertir su dolor en esperanza, tratar los problemas de salud mental en lugar de acabar con la vida de las personas”.

Aborto

Trudeau también ha sido un firme defensor del derecho al aborto. Y aunque en Canadá se habla comúnmente de eso como un “asunto resuelto” debido al amplio apoyo público y la escasa oposición política (Poilievre ha dicho en repetidas ocasiones que no restringiría el derecho al aborto si fuera elegido), la defensa de Trudeau ha sido pronunciada.

“Reafirmamos inequívocamente el derecho de cada mujer a tomar decisiones sobre su cuerpo, su vida y su futuro”, dijo Trudeau en septiembre. “Reflexionamos sobre las libertades conquistadas por las mujeres. Nos comprometemos nuevamente con el progreso que no podemos arriesgarnos a perder. Y luchamos, con uñas y dientes, para proteger el derecho de la mujer a elegir”.

A lo largo de su mandato, el primer ministro canadiense ha puesto en la mira a los centros de atención al embarazo por ofrecer lo que ha llamado “asesoramiento deshonesto”. Y en noviembre, presentó una ley que modificaría la legislación fiscal canadiense para obligar a los centros de atención al embarazo a revelar si ofrecen servicios de aborto o control de la natalidad, o se arriesgarían a perder su condición de organizaciones benéficas exentas de impuestos.

Trudeau, que se define a sí mismo con regularidad como feminista, también ha intervenido a menudo en el debate sobre el aborto en Estados Unidos. En la Cumbre de Ciudadanos Globales de 2023 en Nueva York, Trudeau lamentó los esfuerzos provida tras la anulación del caso Roe v. Wade.

“¿Cuándo vamos a dejar de tener que volver a litigar esto?”, preguntó. “Las mujeres todavía tienen que defender derechos básicos que deberían haber sido y han sido reconocidos hace mucho tiempo”.

Anteriormente, durante el mandato de Trudeau como primer ministro, el entonces presidente de la Conferencia Canadiense de Obispos Católicos, el obispo Douglas Crosby, escribió una carta a Trudeau criticando los esfuerzos de su gobierno para promover el aborto en otros países.

“Esta política es un ejemplo reprensible del imperialismo cultural occidental y un intento de imponer los equivocados pero así llamados “valores” canadienses a otras naciones y pueblos”, dijo el obispo Crosby a Trudeau en la carta de marzo de 2017. “Explota a las mujeres cuando más necesitan atención y apoyo”, dijo, “y subvierte trágicamente la verdadera atención médica prenatal”.

Afirmaciones infundadas sobre fosas comunes

Tras el anuncio en 2021 de una Primera Nación Indígena del sur de Columbia Británica de que se habían descubierto más de 200 tumbas anónimas de niños indígenas en un antiguo internado católico, una avalancha de medios de comunicación de Canadá y otros lugares publicaron historias que afirmaban que se trataba de una de varias “fosas comunes” de niños que habían sido enterrados de forma encubierta junto a esas escuelas, que funcionaron durante más de un siglo en Canadá. Más de tres años después, no se ha encontrado ninguna prueba que confirme la existencia de esas “fosas comunes”.

A pesar de la falta de pruebas que respalden sus afirmaciones, Trudeau se lanzó a criticar a la Iglesia tras la afirmación inicial de que había tumbas sin marcar en el sur de la Columbia Británica.

Además de ordenar que las banderas nacionales ondeen a media asta, el primer ministro pidió “como católico” que el Papa Francisco vaya a Canadá para disculparse con los “canadienses indígenas en suelo indígena” por lo ocurrido en las escuelas residenciales del país. Trudeau también realizó una visita muy publicitada a un cementerio indígena, durante la cual fue fotografiado arrodillado y con expresión desolada ante una tumba con un osito de peluche en la mano.

La consiguiente protesta pública dirigida a los católicos dio lugar a un aumento del 260% de los crímenes de odio anticatólicos en Canadá en 2021. Más de 120 iglesias católicas han sido vandalizadas, incendiadas o quemadas hasta los cimientos desde que estalló la controversia.

En respuesta al marcado aumento de la actividad anticatólica, Trudeau calificó el comportamiento de “inaceptable” pero también “totalmente comprensible”.

“Se quemaban y vandalizaban iglesias”, dijo al National Catholic Register Terry O’Neill, un destacado periodista católico canadiense, “y dice que es algo ‘comprensible’. Se trata de una falta de liderazgo asombrosa. Fue un momento triste en la historia de Canadá”.

A pesar de que no se han encontrado fosas comunes a pesar de las numerosas excavaciones, Trudeau y su gobierno nunca se han disculpado ni han enmendado sus comentarios iniciales.

El difunto obispo Fred Henry, quien se desempeñó como obispo de Calgary entre 1998 y 2017, denunció enérgicamente las acusaciones infundadas de “fosa común” contra la Iglesia en un correo electrónico de 2023 que envió a The Catholic Register, el periódico de la Arquidiócesis de Toronto.

“¿Por qué la Iglesia Católica no pide al gobierno federal pruebas de que siquiera un niño internado esté realmente desaparecido en el sentido de que sus padres no sabían qué le había pasado a su hijo en el momento de su muerte?”, preguntó.

Según el difunto obispo, estas tergiversaciones sólo sirven para socavar los esfuerzos de Canadá por promover la reconciliación con los pueblos indígenas del país.

“¿Ayudaría a los pueblos indígenas de todo Canadá a tener una vida mejor si la Iglesia Católica llegara tan lejos como a asumir la responsabilidad del asesinato y entierro clandestino de miles de niños de escuelas residenciales en nombre de la reconciliación?”, escribió el obispo Henry. “No, no lo haría. No mejoraría en lo más mínimo la vida de los pueblos indígenas si esa monstruosa difamación contra los Oblatos, las Hermanas de Santa Ana, las Monjas Grises y demás se convirtiera en la ‘verdad’ aceptada en Canadá”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.