Mons. Enrique Díaz Díaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato, en el estado mexicano de Guanajuato, expresó su preocupación por dos aspectos de la violencia en México: “la violencia que alcanza los niños y la violencia que los niños van ejerciendo”.
Este tema lo abordó tras un ataque armado que cobró la vida de jóvenes. Según el medio local El Sol de México, el 3 de enero por la noche, en la colonia Álvaro Obregón —conocida como “La Perdida”— sujetos armados a bordo de una motocicleta dispararon más de 20 veces contra un grupo de adolescentes.
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Como resultado, dos de ellos fallecieron y tres más quedaron heridos. Las víctimas, de entre 14 y 17 años, jugaban en la calle al momento del ataque.
En una rueda de prensa realizada el 5 de enero, con motivo de la celebración de la Epifanía del Señor, conocida también como Día de los Reyes Magos —una fecha en la que en México, así como en España y otros países, se entregan regalos a los niños— Mons. Díaz Díaz lamentó profundamente este trágico hecho, señalando que los menores asesinados son “víctimas colaterales de daños de esta violencia que a todos nos alcanza”.
El prelado también expresó su preocupación por el fenómeno de los menores de edad que se suman a las filas del crimen organizado, quienes, aunque son niños, “ya están entregados a la violencia, que han sido cooptados por el crimen, que los transforman en halcones [personas contratadas para vigilar a la policía], en sicarios también”.
Mons. Díaz Díaz compartió su experiencia, señalando que durante sus visitas pastorales a cárceles en su diócesis ha observado que muchos jóvenes de 19 o 20 años “ya llevan una historia larga de homicidios”.
El obispo insistió en que los menores no sólo son víctimas de la violencia, sino que también se convierten en actores de ella, lo que “debe seguir cuestionando seriamente este camino que vamos llevando”.
“¿Qué está haciendo la autoridad? Porque es algo que se va propagando más fuerte. Y, ¿qué estamos haciendo cada uno de nosotros para resolver la violencia?”, cuestionó el obispo.
Señaló que, si bien es responsabilidad de las autoridades atender esta situación, también recae en los “padres de familia, pero también escuela, pero también nosotros como Iglesia Católica”.