El Papa Juan Pablo II entregó el lunes por la mañana el premio “Fidei testis” (“Testigo de la Fe”) al Cardenal Kazimierz Swiatek, Arzobispo de Minsk-Mohilev (Bielorrusia), que le ha otorgado el Instituto Pablo VI de Brescia durante el simposio celebrado hace unos días con motivo del XXV aniversario de la fundación.
El Pontífice señaló que este premio “es el título más apropiado para un cristiano; con mayor motivo lo es para un pastor que ha recibido la púrpura cardenalicia, que en los años difíciles de la persecución de la Iglesia en Europa del Este ha dado un testimonio fiel y valiente de Cristo y de su Evangelio”.
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Poco después de la ordenación sacerdotal, continuó el Santo Padre, “la Providencia le llamó a recorrer el ‘via crucis’ de la persecución, solidaria con la pasión del pueblo cristiano que se le había confiado, llevando personalmente la cruz de la prisión, de la condena injusta, de los campos de trabajo, con el peso de la fatiga, del frío y del hambre”.
Tras recordar las palabras pronunciadas por el Purpurado: “Se podía sobrevivir sólo con la fe”, Juan Pablo II dijo: “El Señor le confió una fe fuerte y valiente para superar aquella prueba larga y dura, y después de ella regresó a la comunidad eclesial como testigo aún más creíble del Evangelio: ‘Fidei testis’”.
“Con la palabra y con el ejemplo –concluyó- ha anunciado a todos, creyentes y no creyentes, la verdad de Cristo, luz que ilumina a cada ser humano”.
El cardenal Swiatek, actual primado de la Iglesia católica bielorrusa pasó diez años en los campos de concentración soviéticos, de 1945 a 1954.
Casi cincuenta años después de ser exiliado a Siberia, el Cardenal reconsagró la iglesia en la que había sido arrestado en razón de su fidelidad a la fe Católica.
El Cardenal Swiatek servía como rector asistente de la Iglesia de la Asunción cuando ésta fue cerrada por los comunistas.
El Purpurado, que en octubre cumplirá 90 años de edad, decidió personalmente dedicar nuevamente la Iglesia de la Asunción en la localidad de Pruzany, donde trabajó durante sus cinco primeros años de sacerdote, tras ser ordenado en 1939.
Según el Arzobispo, la emotiva ceremonia, realizada en 1998, fue un “signo visible de la renovada vida católica”en la ex república soviética, sonde la observancia religiosa fue severamente restringida durante siete décadas de régimen comunista.