Un arzobispo y un párroco elevaron su voz al cielo tras el hallazgo de un bebé muerto, de casi un mes de nacido, en la cuna térmica de una parroquia en la ciudad de Bari, en Italia.

Aunque los hechos no son aún del todo claros, la policía local ya investiga lo ocurrido el 1 de enero, cuando alrededor de las 21:30 (hora local), un bebé varón, envuelto en una manta celeste, fue hallado muerto en la cuna térmica de la parroquia San Juan Bautista, sin que esta hubiera activado la alarma que usualmente funciona cuando recibe un niño.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

Según informa el diario Avvenire, de los obispos italianos, el párroco Antonio Ruccia explica que su “móvil conectado a la cuna no sonó", lo que se debería a que el bebé colocado en la cuna ya habría estado muerto o que al salir de la habitación donde está la cuna, la persona que lo dejó no habría cerrado la puerta.

El bebé fue hallado por el propietario de una funeraria, Roberto Savarese, que había llegado a la iglesia para un funeral y que quería mostrar la cuna térmica a un colaborador. Él fue quien avisó a las autoridades.

Ciro Angelillis, fiscal adjunto, ha abierto ya una investigación por abandono de menor con el agravante de la muerte

El párroco comenta además que “alguien ha jugado con la vida de un niño. En mi opinión ya estaba muerto: si hubiera estado vivo, la puerta no se habría dejado abierta, se habría cerrado y la notificación se habría disparado inmediatamente”.

Paradójicamente, dijo, "esta es la demostración de que la cuna térmica de nuestra iglesia es útil".

Savarese recordó asimismo “la alegría que sentí hace dos años, cuando una niña se quedó allí: era hermosa y estoy feliz de que hoy tenga una familia".

La palabra del Arzobispo de Bari por el bebé hallado muerto

Mons. Giuseppe Satriano, Arzobispo de Bari Bitonto, escribió una reflexión titulada “Una tragedia que nos interroga en el corazón de la Navidad”, en la que afirma que “el recién nacido sin nombre (…)es una esperanza de vida negada y representa la culminación de una serie de fragilidades y dificultades sociales, que a menudo no emergen a la luz de los reflectores. Es un recordatorio urgente para todos nosotros: ninguna vida, desde la concepción hasta el último aliento, debe abandonarse a la indiferencia”.

“Es una invitación a un compromiso colectivo más fuerte para brindar apoyo a quienes se encuentran en condiciones vulnerables, para construir una sociedad que no deje a nadie atrás, incluso en las situaciones más difíciles”, agrega.

Como pastor de esta comunidad, continuó el prelado, “sufro con ustedes la pérdida de una tierna vida, y siento dolor por lo vivido por quienes colocaron aquel cuerpecito en la cuna térmica de la parroquia. Ambos son fruto de una cultura del descarte que inexorablemente se abre paso en un mundo cada vez más cerrado en sí mismo y que presta poca atención a los más débiles y frágiles”.

Misas por el bebé fallecido el 6 de enero, Solemnidad de la Epifanía

Tras invitar a una reflexión personal y colectiva por lo sucedido, el arzobispo pidió que “el lunes 6 de enero, solemnidad de la Epifanía y día dedicado a la infancia misionera, en las celebraciones eucarísticas se debe procurar recordar a este niño y el trágico acontecimiento de su muerte en la oración de los fieles”.

En Italia, indica Avvenire, hay actualmente 64 cunas térmicas activas; lugares seguros para que los bebés, apenas son colocados y gracias a la conexión de 24 horas que tienen, son atendidos de inmediato.

En la cuna térmica de la parroquia San Giovanni Battista se puede leer lo siguiente: “Ningún niño es un error. Si estás en una situación difícil y no puedes hacerte cargo de tu niño, déjalo en la cuna térmica”.