El Papa Francisco denunció este miércoles la crueldad de la guerra, que también destroza el corazón de las madres cuyos hijos han sido víctimas del odio y la violencia.

El Santo Padre dirigió unas palabras a las madres en sus palabras previas al rezo del Ángelus con ocasión de la Solemnidad de María Madre de Dios y de la 58° Jornada Mundial de la Paz.

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“¡Madres! Las madres tienen siempre en el corazón a sus hijos. Hoy, en este primer día del año, dedicado a la paz, pensemos en todas las madres que están alegres en el corazón, y en todas las madres que tienen el corazón lleno de sufrimiento, porque sus hijos han sido arrebatados por la violencia, por la arrogancia, por el odio. ¡Qué bella es la paz! ¡Y qué inhumana es la guerra, que destroza el corazón de las madres!”, expresó.

Ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, Francisco reflexionó sobre el evangelio del día, que narra la llegada de los pastores a la gruta de Belén para ver al Niño Jesús recién nacido.

“Este encuentro llena de estupor a todos, porque los pastores ‘dieron a conocer lo que se les había dicho acerca de este niño’: el recién nacido es el ‘salvador’, el ‘Mesías’, el ‘Señor’”, explicó.

En ese sentido, el Pontífice invitó a reflexionar “sobre lo que los pastores vieron en Belén, es decir, el Niño Jesús, y también sobre lo que no vieron, es decir, el corazón de María, que custodiaba y meditaba todas estas cosas”.

“Ante todo, el Niño Jesús: este nombre hebreo significa ‘Dios salva’, y es precisamente esto lo que hará. En efecto, el Señor vino al mundo para darnos su propia vida. Pensemos en esto: todos los hombres son hijos, pero ninguno de nosotros ha elegido nacer. En cambio, Dios ha elegido nacer por nosotros. Dios ha elegido. Jesús es la revelación de su amor eterno, que trae la paz al mundo”, afirmó.

El Papa Francisco explicó que “el corazón de María, la Virgen Madre, corresponde al Mesías recién nacido, que manifiesta la misericordia del Padre. Este corazón es el oído que escuchó el anuncio del Arcángel; este corazón es la mano de la esposa entregada a José; este corazón es el abrazo que envolvió a Isabel en su vejez. En el corazón de María, nuestra Madre, late la esperanza; late la esperanza por la redención y la salvación de toda criatura”.

“A la luz de estas reflexiones —dijo el Papa Francisco—, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿Sé permanecer en silencio para contemplar el nacimiento de Jesús? ¿Y trato de conservar en mi corazón este Adviento, su mensaje de bondad y de salvación? ¿Y cómo puedo corresponder a un don tan grande con un gesto gratuito de paz, de perdón, de reconciliación? Cada uno de nosotros encontrará algo que hacer, y esto nos hará bien”.

“Que María, la Santa Madre de Dios, nos enseñe a conservar en nuestro corazón la alegría del Evangelio y a testimoniarlo en el mundo”.

Culminado el rezo de la oración mariana, el Papa Francisco se refirió a la Jornada Mundial de la Paz, que tiene lugar cada 1 de enero, para agradecer “todas las iniciativas de oración y de compromiso por la paz promovidas en todo el mundo por las comunidades diocesanas y parroquiales, por las asociaciones, por los movimientos y grupos eclesiales”.

“Expreso mi reconocimiento y gratitud a todos aquellos que en las numerosas zonas de conflicto trabajan por el diálogo y la negociación. Oremos para que cesen los combates en todos los frentes y se realice un esfuerzo decidido por la paz y la reconciliación. Pienso en la atormentada Ucrania, en Gaza, en Israel, en Myanmar, en Kivu y en tantos pueblos en guerra”, añadió.

“Hermanos, hermanas, la guerra destruye, ¡destruye siempre! La guerra es siempre una derrota, siempre”, exclamó.